jueves, 8 de septiembre de 2016

ÚLTIMA HELICONÍA (Acerca del sexo virtual)


Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta (i).

Me encanta tu amistad y tu presencia en mi solitaria vida, me gustas mucho como mujer, siento tu sexualidad con intensidad, y te deseo más de lo que debiera, mis deseos de ti son mas fuertes de lo que imaginas, me perturbas y me excitas demasiado. Sé que no puedo darte todo lo que mereces y que necesitas, y que me gustaría darte, pero te he dado todo lo que puedo dar. Se también que mi continua necesidad de tus imágenes te molestaba, pero era la manera en que yo te sentía cerca, te sentía mía, te poseía como un amante secreto, tus atrevidongas me excitaban y me inspiraban, por eso las necesitaba siempre. Ese alimento me permite satisfacer esa parte del sexo en lo virtual, llegaste tú y te convertiste en un delicioso vicio, por eso te acosaba, por eso me entregué a ti, y dejé que tú satisficieras esta lujuria que me devora, mi deseo de ti fue el más terrible y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido (i). Solo te pedía imágenes, vestida, semidesnuda o desnuda, imágenes eróticas o formales, solo quería verte, sentir que te tomabas esas fotografías para mi, que yo era tu dueño, tu macho, era una manera de estar conectados y vigentes el uno en el otro. Nunca entendí porque no querías enviarme diariamente esos manjares que yo necesito de ti, cada imagen que nos enviamos es una cercanía que compartimos, y es una victoria sobre el destino que nos hizo vivir tan lejos. Para mí las imágenes no se repetían, cada una era como un beso, los mismos labios que se besan pero cada uno distinto, cada uno con su propia intensidad, con su romanticismo o su sexualidad. Me hacían sentir tu macho dueño y vigente, era como tocarte y poseerte, cada imagen tuya era distinta, cada una la veía como una caricia que me hacías, nunca se repetían porque también cada caricia es única, aunque sea la misma mano la que acaricia y sea el mismo cuerpo el acariciado. Tú llegaste tan hondo en mi sexualidad que bastaba tu "dale" para desatar mis ansias de ti, nunca había disfrutado tanto el cibersexo como contigo, tú me llevabas a un paraíso que jamás había conocido, con nadie había llegado a esas alturas del placer virtual. Eso es todo.

(i) La Canción Desesperada. Pablo Neruda


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