Era la sed y el
hambre, y tú fuiste la fruta
(i).
Me encanta tu amistad
y tu presencia en mi solitaria vida, me gustas mucho como mujer, siento tu
sexualidad con intensidad, y te deseo más de lo que debiera, mis deseos de ti
son mas fuertes de lo que imaginas, me perturbas y me excitas demasiado. Sé que
no puedo darte todo lo que mereces y que necesitas, y que me gustaría darte,
pero te he dado todo lo que puedo dar. Se también que mi continua necesidad de tus
imágenes te molestaba, pero era la manera en que yo te sentía cerca, te sentía
mía, te poseía como un amante secreto, tus atrevidongas me excitaban y me
inspiraban, por eso las necesitaba siempre. Ese alimento me permite satisfacer
esa parte del sexo en lo virtual, llegaste tú y te convertiste en un delicioso
vicio, por eso te acosaba, por eso me entregué a ti, y dejé que tú
satisficieras esta lujuria que me devora, mi deseo de ti fue el más terrible
y corto, el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido (i). Solo te pedía
imágenes, vestida, semidesnuda o desnuda, imágenes eróticas o formales, solo
quería verte, sentir que te tomabas esas fotografías para mi, que yo era tu
dueño, tu macho, era una manera de estar conectados y vigentes el uno en el
otro. Nunca entendí porque no querías enviarme diariamente esos manjares que yo
necesito de ti, cada imagen que nos enviamos es una cercanía que compartimos, y
es una victoria sobre el destino que nos hizo vivir tan lejos. Para mí las
imágenes no se repetían, cada una era como un beso, los mismos labios que se
besan pero cada uno distinto, cada uno con su propia intensidad, con su
romanticismo o su sexualidad. Me hacían sentir tu macho dueño y vigente, era como tocarte y poseerte, cada imagen
tuya era distinta, cada una la veía como una caricia que me hacías, nunca se
repetían porque también cada caricia es única, aunque sea la misma mano la que
acaricia y sea el mismo cuerpo el acariciado. Tú llegaste tan hondo en mi
sexualidad que bastaba tu "dale" para desatar mis ansias de ti, nunca
había disfrutado tanto el cibersexo como contigo, tú me llevabas a un paraíso
que jamás había conocido, con nadie había llegado a esas alturas del placer
virtual. Eso es todo.
(i) La Canción Desesperada.
Pablo Neruda
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