Declaro en la plenitud
de mis deseos y en la premonitoria intuición de mis lujurias que te perseguiré
hambriento y sediento de ti por los tácitos enclaves del exilio donde te has
escondido estos años, rastrearé en tu rostro de angélica quietud el misterioso motivo
de mi inspiración, y en las dulces obsidianas de tus ojos que repiten los
nocturnos de los años perdidos, y en la lisa miel de tus cabellos que enmarcan los
rasgos que me enamoran, y en rojo color de tus labios que invocan antiguos y románticos
besos, buscaré el aroma de tu piel en los amaneceres lluviosos y en los
púrpuras lejanos de los atardeceres del otoño, en los oscuros nubarrones del
invierno y en las calurosas mañanas del verano, para dejar abierta la primavera
a la sagrada danza de apareamiento,
husmearé el perfume de tu sudor en las sábanas de seda de todos los lechos
imaginarios donde copulamos como animales salvajes sin solución de continuidad
hasta romper la madrugada con tus quejidos de gata en celo, exploraré los
laberintos del sexo más obsceno en busca del íntimo olor de tu magnolia
dividida y ahí te polinizaré con mi afiebrado miembro erecto, te haré gritar
los espasmos del orgasmo con tus uñas rasguñando mi espalda mientras me derramo
eyaculando más allá de los límites del goce, te haré estremecer al borde del
vértigo, penetrada, otra vez desvirgada, impregnada de mi denso licor seminal,
besada y mordida, cabalgada y poseída, jineteada y sometida, hasta que perdamos
la noción del tiempo y el espacio, y seamos un solo ser extraviado en las
fugaces sensaciones de la cópula.
miércoles, 14 de septiembre de 2016
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