Para AM, reina mañanera
Era la mañana
anunciada, la de la espera y la premonitoria excitación, cada minuto era una
hora, y la hora estaba como congelada en el reloj, entonces apareció tu carita
de niña juguetona, con tu voz desde la lejanía pero con la dulce complicidad de
los amantes imposibles, y vi tus pechos llenos con sus soberanos pezones y sus
protuberantes botoncitos que mis labios, vi tus fosforescentes bragas calipso
que tu mano descorrió para mostrarme la perfumada y húmeda orquídea de tu vulva
deliciosa, rodeada del depilado y fino musgo de tus vellos púbicos, y tu mano
bajó esas bragas y hurgo en tu sexo para mi mayor goce masturbatorio, y mi mano
frotaba extasiada mi erguida verga endurecida por la obscena y erótica visión
que me brindabas, y mis ojos te poseían ahí mismo en tu lecho mañanero, y mis
labios besaban esos hermosos y carnosos labios con besos que menguaban cinco
mil ochocientos cincuenta y siete kilómetros hasta convertirlos en la mínima
distancia necesaria para un leve roce encantado, y tu rostro moreno me sonreía
coqueto e incitante y me alentaba a consumar en una copiosa eyaculación las
ansias que me incendiaban las vísceras y convertían en una brasa quemante mi
miembro viril en mi propia mano, y todo se fue acelerando en una vertiginosa
incitación al placer de todos los placeres, tus dedos jugaban con esos oscuros
y grandes pezones, tu mano jugaba en la abierta humedad de tu sexo, mi mano
desesperada jugaba al frote y frote de mi erecto falo, y vino el éxtasis
seminal que se derramó lento y denso sobre las tibias y ampulosos dunas de tus
senos.
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