(Dueto Ella – Él)
Noche de otoño deshojada,
violenta, expectante, tiempos cubiertos de desvelo trasnochado, inquietud de
cuerpo deseoso. Noche lluviosa de tormentas bravas, furiosas, plena de pasión,
de deseos lujuriosos, caricias en manos curiosas en espera de nuestros cuerpos,
de deseos de sentir el aroma de la piel despertando nuestros deseos
desvestidos. Poco a poco me desprenderé de mis rosas y mi piel sudorosa del
temor y del miedo a la entrega apasionada, estoy aquí ansiosa enternecida ante
la expectativa de sentirme cubierta de sueños. Desataré los nudos de tus delirios y ensoñaciones, abriré los cuatro
pétalos de esa otra rosa enternecida y lameré con incesansia de caracol
sediento el sudor que perla la desnudez de tus muslos, así habrá otra noche de
tormentosas urgencias en el lecho donde nos sumergimos buscándonos con los
miembros trabados en la hoguera de los deseos. Y las manos harán cenizas la piel del otro, y se mezclarán aromas
vúlvicos y seminales en un solo perfume sexual invadiendo la vertida intimidad.
Me hice sal; fue mi castigo, por desear tu fuego me hice leña, me quemé en tus
brazos, el cuerpo quemé en tus llamas, eran tus deseos, me llamaban, ambos nos
hundimos en un infierno, el deseo eran llamas y gemidos, placeres, besos,
lamidos, gritos. Dos cuerpos al unísono, dos seres sedientos, un hombre una
mujer. Macho y hembra pasión y fuego, dos seres deseando fundirse, perder el
sentido, solos tú y yo y el silencio. Y
fuimos desvelo, delirio, fuego y sal disuelta en los sudores de una cópula
enternecida en la ensoñación de una lluviosa noche otoñal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario