lunes, 16 de febrero de 2015

ARTIFICIOS DEL INCITADOR INCITADO


“Me preguntaron que instrumento tocaba y dije: el lápiz y la piel”. Gabriela Collado, La Maga.

En laxa impudicia especular, demorado por mórbidas turgencias, in absentia, obsesionado en la exégesis de las manchas lunares de sus muslos, ebrio otra vez de su sabor y su aroma, íntimas instancias previas a la cópula. El sexo, se eleva de su símbolo en sus bronces relucientes, en sus tallas en maderas totémicas y monumentales y en sus locuras casi abstractas, que hacen de su feminidad una deliciosa urdimbre de misterios sagazmente revelados, como apetitosas formas vulvulares. Su sexo ralo plumón negro de un ave que vuela entre orgasmos y fluidos, procrastino mi eyaculación para seguir inserto en su cuerpo sin tiempo ni sentido, busco en mis dedos el petricor de su vulva, voy recalando por su pubis hurgando por un adentro para penetrar poco a poco mi líquido deseo lujurioso por los poros de su cuerpo seco, dejándolo húmedo o mojado. El estro, lo genital relajado, su superficie lubricada por un mucus fluido. Los labios vulvares engrosados y dilatados, su superficie humedecida con el licor que estila con densidad solar su vagina. Los voraces músculos de su vulva en pleno acecho. Espiro el humo del tabaco en su abierta flor carnívora en un mágico sahumerio sexual, la trepo burbujeando, ardo en sus ardores, aplaco la servidumbre de sus nalgas, la pervierto vertido en ella. En tanto, en algún recoveco del tiempo por venir inevitable mis manos abarcan su seno, mi lengua se enreda en su clítoris, mis labios atrapan su dormido pezón, mi miembro penetra su vulva y nos consuma machihembrados e incandescentes.


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