viernes, 20 de febrero de 2015

FUGADA


Sobre sus reminiscencias y sus contornos, desde su boca de besos hambrientos hasta la uña pintada del dedo mayor de su pie, se fue caminando por las meridionales aguas lagunares y marinas, hacia las lluvias a destiempo, hacia la blanca nave anclada a la gira. Se llevo la inspiración y los deseos escritos en las manchas en sus muslos lunares, en las largas perspectivas de sus piernas con sus pies de fondo y en los íntimos colores de sus bragas o en los diseños cambiantes de los edredones sobre los que se recostaba maja semidesnuda posando. Envolvió la lujuria en un trapo y dejo vacío el espejo, inútil al negro vibrante y las luces de los barcos apagadas. Se fue huyendo de si misma por los oscuros senderos del desencanto o del desengaño, se cansó de la cumbiamba sin sentido, de diluirse en breves fragmento de su piel, de ocultarse en las marismas de una sexualidad atrapada, de escarbar en sus instintos a contrapelo buscando sin buscar humedecida la vertiente perdida de sus orgasmos. O quizá se escapó momentánea por el verano caluroso para no seguir sometida a las fálicas urgencias de un fauno acosador. Dejó un brevario de recatadas incitaciones que no tenían más intención que hacer florecer los verbos barrocos en el juego de da y quita de su coqueto egoísmo pudoroso, dejó la visión inquietante de unos escasos vellos púbicos asomados en sus ingles, el sabor inolvidable de su flor abierta a libaciones y masturbatorios dedeos, y una tierna amistad que sobrevivió a todas sus furias.


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