lunes, 2 de febrero de 2015

CONSTANCIA DEL DESEO


Desde tu boca en besos soñando el día en que mis labios en tus labios consumen el beso que nos debemos, ese beso que vuela entre nosotros desde que te declaraste esclava, hembra, doncella, cómplice y amante por toda la eternidad que vendría y donde el deseo ha prevalecido sobre silencios y distancias, sobre desencuentros y penas, sobre ausencias y errores, sobre ti y sobre mí para hacer de nosotros un solo ser enredado en si mismo como una húmeda cópula de caracoles que respiran y arden al unísono en lúbrica conjunción. Saber que tu ardor sigue ardiendo como el mío me conmueve, me insta, me socava el día, me incita, me excita, me erecta, borra tu silencio y difumina tu ausencia, y estás aquí como siempre a mi lado desnuda refulgiendo, iluminando los oscuros recovecos del lascivo misterio de saberte mía en la distancia y en el tiempo, de poseer tus voces, tus palabras, tus instintos y la imagen de tu cuerpo en plena desnudez, de ir por ti cada noche a hundirme en tu lecho y en ti, de recobrar la nítida vigencia del deseo y de permanecer en la erótica epifanía de sabernos nuestros. Volveré cada noche al incendio de tu piel, a las brasas del deseo y las llamas de la lujuria, a que tus besos me conviertan en cenizas, a que tu respiración incinere mi cuerpo, volveré a navegar en el oleaje de tus sábanas, a naufragar en tus brazos de amante sirena humedecida, a hundirme en tu cuerpo con penetrante pasión y lamida alevosía, a enredarme en tu redes ambiguas de sexo y ternuras, volveré a buscarte, esperarte, pensarte, desearte, hasta que vuelvas a las arenas de mi boca y te rompas en espumas y vueles gaviota hacía el horizonte donde te espero cada noche. Desde tu boca mis besos te abarcan en la plenitud de carnales desasosiegos.


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