Desde tu boca en besos soñando el
día en que mis labios en tus labios consumen el beso que nos debemos, ese beso
que vuela entre nosotros desde que te declaraste esclava, hembra, doncella,
cómplice y amante por toda la eternidad que vendría y donde el deseo ha
prevalecido sobre silencios y distancias, sobre desencuentros y penas, sobre
ausencias y errores, sobre ti y sobre mí para hacer de nosotros un solo ser
enredado en si mismo como una húmeda cópula de caracoles que respiran y arden
al unísono en lúbrica conjunción. Saber que tu ardor sigue ardiendo como el mío
me conmueve, me insta, me socava el día, me incita, me excita, me erecta, borra
tu silencio y difumina tu ausencia, y estás aquí como siempre a mi lado desnuda
refulgiendo, iluminando los oscuros recovecos del lascivo misterio de saberte
mía en la distancia y en el tiempo, de poseer tus voces, tus palabras, tus
instintos y la imagen de tu cuerpo en plena desnudez, de ir por ti cada noche a
hundirme en tu lecho y en ti, de recobrar la nítida vigencia del deseo y de
permanecer en la erótica epifanía de sabernos nuestros. Volveré cada noche al
incendio de tu piel, a las brasas del deseo y las llamas de la lujuria, a que
tus besos me conviertan en cenizas, a que tu respiración incinere mi cuerpo,
volveré a navegar en el oleaje de tus sábanas, a naufragar en tus brazos de
amante sirena humedecida, a hundirme en tu cuerpo con penetrante pasión y lamida
alevosía, a enredarme en tu redes ambiguas de sexo y ternuras, volveré a
buscarte, esperarte, pensarte, desearte, hasta que vuelvas a las arenas de mi
boca y te rompas en espumas y vueles gaviota hacía el horizonte donde te espero
cada noche. Desde tu boca mis besos te abarcan en la plenitud de carnales
desasosiegos.
lunes, 2 de febrero de 2015
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