“Distorsiones, cambios de perspectiva, entre otros, son juegos visuales
que utilizo para navegar a través de lo real y lo ilusorio, más cerca del sueño
que de la figuración”. Peri Labeyrie
Si los oníricos deseos que nos
urgen soledades y lúbricas ansiedades se cumplieran un atardecer cualquiera en
cualquier lugar entre tu boca y la mía, en cierto lecho sin pecado de un cuarto
de ventanales ciegos, no solo haríamos el amor enrevesado de los amantes sin
tiempo ni lugar, sino también platicaríamos abrazados de nuestras vidas posibles
e imposibles si nos hubiéramos conocido medio siglo antes en el paraíso del
aguas o en el barrio de la aguas contenidas en el aljibe subterráneo, nos besaríamos
con ternuras atrasadas, con la felicidad en la yema de los dedos y con las
bocas abarcando todos los besos negados por el mal azar o el incomprensible
destino. Y estas ansias de poseerte hembra en tus intersticios, de estar dormido
entre tus pechos, de beber de tu vulva los dulces licores embriagantes de la
pasión, se consumarían en esa hora larga como los años nuestros, y te buscaría
por los lugares donde tu perfume ha dejado las huellas de tu paso, en las
sábanas y en mis manos delirantes, mordería tu cuerpo como un caníbal poseso para
cubrirte entera sin resquicios, como potro erguido sobre tu lujuria enyeguecida,
dejaría tu boca mordida y tu voluptuosa desnudez rasguñada, tu rostro
enrojecido y tu sexo anegado penetrado lamido violado hasta en sus más
recónditas honduras. Y hacía el amanecer inevitable me dejaré caer vencido y
feliz porque orbité tus senos como un engendro desolado, porque añadí a tus pezones
las pervertidas salivas del incesto, y porque gocé los mórbidos contornos de tu
cuerpo exhibido en afán masturbatorio como un arcángel maniatado o un demonio
demente.
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