martes, 24 de febrero de 2015

SACIADAS ESCRITURAS


“Dos cosas no nos han de faltar: las delicias de la carne y las delicias de la literatura”. Makura no Sōshi

Te dejabas escribir y escribías, yo te iba descifrando palabra a palabra mientras tú te desnudabas sonrojada, escondías tus lujurias en barrocos códigos verbales, en etéreos romanticismos decimonónicos, tu lecho tibio era el marfil de tu alta torre, en su fuego mañanero forjabas las metáforas de tus deseos escondidos, de tus secretos desenfrenos, de las oscuras intenciones saciadas en solitario a medio camino entre lo que debió ser y lo que no querías. Imaginabas susurros y roces, visiones de los intentos y una quemante saliva transcribiendo vagas obscenidades en tu piel, escribías, a muslos desnudos y abiertos, con las letras ocultando tu pubis, y yo te surcaba la espalda con la yema de un solo dedo, mordisqueaba el lóbulo de tu oreja y te daba besitos en el cuello, tú escribías de sensuales sensaciones, de íntimos hurgamientos, de una humedad que confluía en otra lamiendo, del vaho caliente de un aliento que recorría las comarcas abandonadas de tu cuerpo, las frígidas periferias de sus instintos clausurados, las orillas de tus turbulencias y las arenas sin huellas de tus insomnios, yo desentrañaba la misteriosa escritura de tus vellos púbicos, el horóscopo que declaraban las manchas lunares inscritas en la suavidad sexual de tu dermis, untaba con impudicia mi miembro en el zumo de tu vulva para escribir en tu vientre los signos de la convergencia y en la comba de tus nalgas los jeroglíficos encharcados de mis delirios, tú escribías en voz baja y yo te lamía el clítoris con literaria parsimonia para que iniciáramos otra vez un renovado y lascivo vocabulario.


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