domingo, 15 de febrero de 2015

RENOVADAS CALENTURAS EN AUSENCIA


El deseo surge como una caliente vertiente caliginosa, brota en lenta y voluptuosa erección, acuden los nítidos recuerdos de las intensas sensaciones vividas por mi mano en tu cuerpo semidesnudo, deslizándose por tu estomago, por tu vientre, por tu pubis, extraviada en la rala espesura de tus vellos púbicos, cruza la cerrada flor vertical de tu vulva apenas rozándola y se envicia en el interior de tus muslos, en esa suavidad tibia, en esa pálida lisura lasciva que percola por las huellas digitales y se inyecta soez, marmórea, lujuriosa, a través de los poros hasta anegar la memoria de su carnal incitación. Acuden mañaneras tus imagos, calcinando deseos, inflamando fálicas costumbres, y aunque tu las encuentres de lo más inocentes van corroyendo la frágil voluntad ascética, desatando los nudos de los vicios contenidos, palpaciones y roces al bulto, porque lo sucio, lo cochino, lo morbosos y excitante lo pone este servidor con su voracidad onanista que transgrede originarias intenciones o castas censuras. Y te espío veo imagino como en las ultimas del espejo, esas piernas cruzadas exhibiéndose con coquetos desparpajos como un caviar para el voyeur, mi mirada se clava en ese oscuro sombreado vértice vórtice que se forma en su convergencia como una húmeda gruta prohibida, percibo el leve frote masturbatorios de tus piernas y recuerdo lo que me dijo hace un tiempo una anónima hembra pudorosa: Y me mal acostumbraste porque yo también lo hago, no me masturbo, me toco. Lo que me gusta es sentir que a mi edad me lubrique. Es menos intenso. A veces lo hago y me gusta, pero algo me limita y paro. Pero es un avance tremendo. Entonces solo quiero lamerte sin solución de continuidad tu escotadura supraesternal, ese hoyuelo que queda entre el final de tu esternón y el principio de tu cuello e inundarlo de saliva mientras mi mano me despeña con un ritmo primitivo y estremecedor en el gozoso abismo del éxtasis seminal.


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