Para P. en su V.
“Te mandó mi sentimiento y mi deseo de estar mil noches para tu placer”
P. H.
Hice que tu roja boca revoloteara
sobre el túmulo del goce, mariposa lamedora hirviendo en su voracidad oral con
su lengua enroscada en lo carnal de efímero erguimiento, en el ídolo
penetrante, punzón que no hiere, lingam sagrado al que te prosternas sin mirar
mi rostro avergonzada de ceder a su endurecido capricho y a tus desarmados pudores.
Hueles los erectos perfumes de la fálica tiesura, degustas el sabor del pecado
insistente, de tu vicio soberano y urgente, lames, mamas, chupas, succionas,
tus labios orales entregados al loco frenesí de la felación ensimismada, con
femenina ambigüedad aferras aprietas masturbas para borrarte sumergida en tu
bifurcada ansiedad, sin máscara, maquillada a la luz de tu confusa e ilusoria realidad,
soberbia hembra declarada saboreas sensaciones y emociones, sensibilizada más
por la curva que por largura, grosor o dureza, gozas la tiesa y tersa consistencia
carnal en su viril almíbar seminal. Atravesamos la ciénaga de los sobajeos, de
los gozos de la eyaculación, te disgregas en placeres prohibidos, sorbes
avergonzada como en un sueño vedado el semen que te escurre denso por la
comisuras, tu lengua repite el rubor de tus mejillas, estremecida te vierte en
una breve erección clitoriana, siempre bajo el fuego de besos insinuantes, desesperada
en el torbellino de impúdicas manos atareadas en leves penetraciones, con lenta
sensualidad el momento emerge en un misterioso orgasmo destellante. Saciados e
impuros abrimos la puerta del recato y salimos a las calles entre el vuelo de
palomas y el aura del origen, muy de lejos los ojos inquisidores nos ven
siluetas diluidas en las sombras; un caballero y una dama paseando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario