jueves, 3 de septiembre de 2015

BREVARIO DE S. M. (X-XI)


De pie, cruzas sensual la diagonal del retrato, tu mano recatada o coqueta sobre tu pubis, la risa incitando con tu boca entreabierta, tus ojos tras los destellos de los cristales, la suave miel vertida de tus lindos cabellos y esa teta grande, voluptuosa, imponente, pendiendo con su gran pezón rosado claro como un abrasante sol cárneo que calienta abajo en mi entrepierna y erecta el miembro de solo pensar en tenerlo entre los labios con su breve protuberancia y su rugosa areola, la pálida y blanca visión exultante de tu piel, la cruz que cuelga del cuello para espantar a los demonios del salvaje deseo y la lujuria, el intenso negro sedoso de la bata insinuante, el negro delicado con arabescos en tu vientre y la mano, esa mano, tu impura mano en tu pubis. {Otrosí}. Dormiría larga noche entre tus grandes senos como un niño feliz o un amante saciado, inserto atrapado en tu mullido y tibio canalillo, besando y lamiendo esa abundancia carnal, mamando tus rosados pezones sediento de ti, acariciando y sobando tu entera tetamenta, mirando la ampulosa y mórbida blandura de tus edípicos y pálidos pechos imponentes. Y así acurrucado ahí entre tus tetas inmensas sería otra vez el ansioso adolescente vicioso que se excitaba con las maduras mujeres del barrio, con sus blandos y caídos pechos enormes imaginando el tamaño, el sabor y el oculto color de sus pezones. Entonces dejaría que mi mano pajera cumpliera la primitiva y soñada ceremonia de masturbarme con loco frenesí hasta la jugosa y lechosa eyaculación mientras mi boca abarca chupando cada glorioso pezón.

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