De pie, cruzas
sensual la diagonal del retrato, tu mano recatada o coqueta sobre tu pubis, la
risa incitando con tu boca entreabierta, tus ojos tras los destellos de los
cristales, la suave miel vertida de tus lindos cabellos y esa teta grande,
voluptuosa, imponente, pendiendo con su gran pezón rosado claro como un
abrasante sol cárneo que calienta abajo en mi entrepierna y erecta el miembro de
solo pensar en tenerlo entre los labios con su breve protuberancia y su rugosa
areola, la pálida y blanca visión exultante de tu piel, la cruz que cuelga del
cuello para espantar a los demonios del salvaje deseo y la lujuria, el intenso
negro sedoso de la bata insinuante, el negro delicado con arabescos en tu
vientre y la mano, esa mano, tu impura mano en tu pubis. {Otrosí}. Dormiría
larga noche entre tus grandes senos como un niño feliz o un amante saciado,
inserto atrapado en tu mullido y tibio canalillo, besando y lamiendo esa
abundancia carnal, mamando tus rosados pezones sediento de ti, acariciando y
sobando tu entera tetamenta, mirando la ampulosa y mórbida blandura de tus
edípicos y pálidos pechos imponentes. Y así acurrucado ahí entre tus tetas
inmensas sería otra vez el ansioso adolescente vicioso que se excitaba con las
maduras mujeres del barrio, con sus blandos y caídos pechos enormes imaginando
el tamaño, el sabor y el oculto color de sus pezones. Entonces dejaría que mi
mano pajera cumpliera la primitiva y soñada ceremonia de masturbarme con loco
frenesí hasta la jugosa y lechosa eyaculación mientras mi boca abarca chupando
cada glorioso pezón.
jueves, 3 de septiembre de 2015
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