martes, 22 de septiembre de 2015

DEVOLUCION DE PAGOS


Pour la Comtesse revêche débitrice


Es en la diáfana virtud de tus propios abolengos, de tus recatos insostenibles ante la furia muda de tus pequeñas lujurias, de tus pudores ancestrales que demarcan tus territorios prohibidos, de tu temor a ser lo que eres allá en el fondo de ti misma, hembra pura, solitaria mujer ansiosa, niña asustada ante los lúbricos cantos del fauno, de tu miedo a que tu carne se inflame y arda en el fuego fulgurante de la cópula exuberante o de una tímida y vergonzosa masturbación, es en esas femeninas limitaciones que surges aun más generadora de intensas erecciones y más consumadora del vicio masturbatorio. Sobre tigres y ocelotes, sobre panteras y leopardos, cuadriculas y fragmentos, sobre tu lecho entibiado por el sensual calor de tu cuerpo semidesnudo, resplandece en su virginal palidez tu piel clara como luna otoñal. Tus breves bragas albas como espuma que llega a la suave duna de tu pubis, los vellos púbicos asomando por el borde, lineal y delicada maraña de algas olorosas a ti, la comba de tu vientre en su albura acontecida y tus muslos juntos, apretados, impidiendo fugaces penetraciones, negando ensalivados lamidos, incluso evadiendo la mano que se inserta y acaricia su excitante doble superficie interior. Como siempre las tiernas máculas esparcidas en un azar sexual e incitante. Y por primera vez tu ombligo, que mi boca anhela y mi lengua sueña, como difuso y suave cráter lunar, como un impúdico cometa que cruza el carnal cielo de tu estomago, tersa blandura que mis manos evocan. Mis ojos hacen cumbre en tu rodilla esperando el día en que puedan descender excitados hasta tu vulva.

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