lunes, 14 de septiembre de 2015

JUEGOS DE AZUL O NEGRO Y ESPEJOS


En désirant la Comtesse furtive

Azul o negro, espejos, piel desnuda, reflejos eróticos e incitaciones sexuales, tus piernas enteras expuestas a mi voracidad voyerista, a mi pervertida ansiedad de verte más allá del decoro, del pudor, del recato, de la beatería con la que te vistes para no derramar tus deseos carnales, impuros, pecadores, el escote negro o azul entreverado con tus brazos impúdicos, amplio y voluptuoso, tus muslos deliciosos con sus miles de manchitas repetidas por el azogue, uno expuesto dos veces por su ampulosidad externa y el otro por el suave y terso interior, el seno exuberante queriendo escapar de la copa negra o azul, ese pecho pálido donde duerme aquel pezón dormido que succioné sin saber que dormía. Los cuatro espejos de la cajonera repartiéndose tu imagen sensual sexual excitante, esencialmente calentona, intensamente provocativa, y el azul o negro del body que converge en un mullido triángulo donde duerme tu sexo, bajo la comba de tu vientre, bajo la breve comba de tu pubis. Solo es posible recuperar la visión memorizada e inolvidable de tu vulva ante mis ojos y mi boca de lengua ávida. Todo tu anónimo cuerpo recortado sin hombros ni cuello ni rostro, solo tu torso, tus brazos, tus piernas, tus pies, tu tenue rosada claridad epidérmica como una fosforescencia invisible. Todo me induce a la indecente sesión de mi mano sobando mi miembro erecto sobre la tela del pantalón buscando la erección clandestina. Y en el entorno de tu alta intimidad el aroma irreverente de tu piel y sus intersticios, el sabor de tu saliva y tus escurrimientos vaginales, la tibia consistencia de tus blanduras y de tus femeninos músculos de mujer madura. Azul o negro, el espejo de los espejos, tu piel desnuda.

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