miércoles, 16 de septiembre de 2015

VIAJE HACIA TUS INTIMOS LUGARES


Entro en tu ámbito donde nunca entraré, ese sitio vedado a mis deseos y a mis lujurias, el templo donde cada noche me sueño atrapado en tu cuerpo consumando una cópula imposible. El cojín color café en tu lecho, con el osito de peluche y el Buddha mirón. El mueble caoba, la repisa con las figuritas egipcias, los libros y los cuadros. La puerta blanca del íntimo lugar donde te desnudas y dejas que el agua te acaricie sensual la piel deseosa de mis manos. Es en la penumbra que medio se asoma tu rostro, la sombra de tu pelo, parte de tu frente, la ceja, el párpado, el ojo difuso en su mirada, la mejilla, pero no la boca que mis labios buscan para el beso. Tú, recostada en el lecho cubierto con el mismo café del cojín, una pierna sobre la otra, una oculta con pequeñas geometrías repetidas hasta el infinito, la otra desnuda para mí desde la rodilla al talón, tu piel refulge en su suave tersura, tu tibia pantorrilla, la curva del pliegue detrás de la rodilla, el tobillos apenas visualizado, el borde trasero del talón, la comba excitante de tu pubis donde imagino tus vellos púbicos, el delicado botón de tu clítoris, la jugosa flor de tu vulva. Y me quedo como un fantasma erecto rondando esos rincones, esos objetos que tus manos tocan en tus rutinas de vida donde yo existo solo en tus memorias. Entonces para marcar territorio te envío una roja rosa como el fuego que me consume en tu espera para que arda también en ti, en tu cuerpo deseado, en tu piel que acaricio cada noche al recordarte antes de dormir e ir a buscar por los sueños ese tu íntimo ámbito donde nunca entraré.
 

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