miércoles, 16 de septiembre de 2015

PILOSAS INPIRACIONES PUBICAS


“Adorable cortina de vello púbico que rodea esa gloriosa y delicada flor”. In Praise of Pubes, Cameron Díaz

Mata de finas y delicadas serpientes de la lujuria, champa de ralas hebras que crecen entorno a la inminente fuente del placer. Pendejitos como dispersos matorrales que cubren la tibia duna del pubis, olorosas algas que se mecen con el oleaje de la cópula. Musgo nocturno donde se enredan los dedos de la musa cuando se deja caer insómnica por el abismo de los insensatos pero imperiosos deleites del placer solitario. Sexual medusa de marinos sabores y aromas, felpa y tosco terciopelo, íntima cabellera dispersa, mullido cojín donde las mejillas reconocen su inquietante restriego. Entre el tierno rosado del pijama y el impúdico esplendor de tus muslos constelados los hilos enmarañados urdidos en la lúbrica cercanía de la masturbación y del fornicio. Selva de pervertidas delectaciones de mirones clandestinos, mórbida y oscura jungla triangular, jardín de la delicias de donde surge un olor a antigua hierba húmeda, a flor podrida y a sudor humano, un aroma de selva y lirios putrefactos, cálido y pútrido, fragante y repelente a la vez que cerca esa gruta de carne y vellos. En la salacidad de su roce en la nariz, los labios, la lengua, pervierte su origen natural como barrera que dificulta la entrada de patógenos a la ancha y accesible vagina, y amortiguadora de la irritación en la región genital durante la frotación durante el coito. Florezco en el asombro de la visión de esa pilosidad siempre esperada, tres de cinco, extensa, esencial, de hembra florecida en sus gloriosos coqueteo exhibicionistas. Y hacia el tórrido horizonte, tus muslos provocativos, tus rollizas rodillas, dedito a dedito tus eróticos pies.
“Cortina de tules y terciopelos, separarte sutilmente con mis dedos, llegar a tus raíces con mis yemas”. Oda al vello púbico. Felbarsal
 

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