sábado, 9 de febrero de 2013

ANOCHE... DESPUES... EL INSOMNIO

 


“…lograste que te sienta hasta casi llegar un orgasmo, humedeces mis prendas íntimas,…”
Beatrice

Tu voz, tu rostro, tus pechos bajo la blusa, tus hermosas manos con esas sensuales uñas largas y pintadas en rosado eterno, tu pelo suelto ensortijado, me arrastraron hacia las arenas del insomnio, la noche se hizo larga, calurosa, llena de una excitación incontenible y te fui soñando y me fui erectando, escondido detrás de la puerta de tu sueño, y te espié en el silencio impúdico de tu dormitorio, sola, solo para mí, escudriñé tu cuerpo desnudo, lo fui imaginando fragmento a fragmento, poro a poro, con sus aromas, vellos, humedades y sabores, en caricias que te tocan sin tocarte y besos que apenas rozan tus labios y lamidos que solo palpan con la puntita de mi lengua tus pezones inquietantes y tu clítoris sensible, te aceché oculto en el espejo, en los cortinajes, en los pequeños rincones donde la luz no llega, detrás de las redomas de los perfumes que impregnan tu piel de día y destilan mis deseos de noche, y ahí estaba tu cuerpo imaginado en detalles escabrosos, tu cuerpo voluptuoso de hembra entera, para mi ojos y mis deseos, para mi cuerpo de macho excitado, duro, erecto, punzante, ahí estabas ante mí, exhibicionista y deseable porque sabías que yo te miraba furtivo hirviendo en el fuego de tu desnudez obscena, desvergonzada, provocativa y lujuriosa y alentaste aun más mi sórdido onanismo que presentías hasta que sentiste en tu propio cuerpo libidinoso el estremecimiento de mi caliente y derramada eyaculación.

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