Así me pensarás ahí en la orilla
cenagosa de la noche, en el hervidero de deseos que bullen sobre y bajo las
sabanas del desconsuelo, desnuda ardiente ansiosa de unas manos que en
delicadas artes de fauno depravado de nueva apariencia y otra vigencia a la
greda dormida de tu carne. Tus pechos llenos esperarán esas manos para que se
hundan en su plenitud en caricias de macho niño buscando los pezones erguidos,
o el roce tímido de unos labios en su erecta sensibilidad. Derramado tu pelo
sobre el lecho mustio aguardando enredarse en la ternura de los dedos que
volverán de las caricias de tu rostro con la pasión incandescente en sus yemas
sigilosas. Toda tu piel desnuda pálida expuesta en su languidez de acecho de
fiera hambrienta como una estatua que guarda en sus sinuosidades las
hechicerías viciosas que convergen en tu sexo oloroso a ti, a tu intimidad
pene/trada por las visiones febriles de un macho obsesivo que te persigue y
embauca desde la otra orilla de la misma noche. Apetitos en su consagración en
medio del tremedal de las perfectas locuras, silencios inusitados que se
deslizan por concavidades y convexidades en una exploración lujuriosa en busca
de tu clítoris imaginado hasta el áspero clímax y la densa eyaculación.
sábado, 9 de febrero de 2013
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