(Reescritura. Versión para
nosotros)
Abrí silenciosamente la puerta de
tu dormitorio, y te vi ahí sola en tu lecho, dormida o haciendo como que
dormía, esperándome en el sueño o en el entresueño pues sabía que esa noche
iría hacía ti, me acerqué envuelto en el
mismo silencio, me deslicé en el lecho y comencé a acariciarte dulcemente. Me
gusta tu cuerpo, lo sabes, tu largo pelo perfumado, tus palomas tibias con sus
tetes sensibles, tu cuerpo amplio de deliciosa blandura carnal, tu nido oloroso
a íntimos deseos, tus uñas cuidadas y tu boca besable hasta el vicio, a lo
lejos se escuchaba una música suave y romántica, eran lentos boleros que
invitaban a consumar el Amar, mientras acariciaba la sinuosidad de tus caderas
te iba susurrando el bolero que se oía desde afuera de nuestra noche, era “Tú me acostumbraste” (Tú me acostumbraste a
todas esas cosas, y tú me enseñaste que son maravillosas. Sutil llegaste a mí
como una tentación llenando de ansiedad mi corazón. Yo no comprendía cómo se
quería en tu mundo raro y por ti aprendí.), y tú estabas quietecita jugando a
hacerte la princesa dormida y yo fauno enamorado te besaba tus orejitas con
toda mi ternura acumulada, entonces te abrace y comenzamos a movernos muy
suavemente en un danzar lento y lánguido como la musiquilla del bolero, sin
decirnos palabra poco a poco nuestros cuerpos se iban uniendo piel a piel
separados solo por la delgada tela de tu camisola, yo notaba tus palomas
rozando mi pecho, sentía la blandura sensual de tus pechos y la tierna dureza
de tus pezones, me iba motivando poco a poco, yo hacia fuerza para apretarte
más hacia mí y tu consentías entregada y rendida en tu juego del dormir. Intuí
que te gustaba y que te sentías a gusto, notaba de tu respiración en mi boca y
el vaho de tu aliento tibio me enloquecía porque iba mezclado con un toque de
perfume que me embrujaba. Seguíamos danzando como un nudo ondulante en las
brasas del lecho, entonces acerque mi mejilla a la tuya y aceptaste el roce, me
sentía en la gloria, mi miembro viril estaba duro a punto de estallar, me
habías incendiado con tu fuego de potranca en celo, al notarlo apretaste tu
húmedo nido a mi erecto falo. Te dije al oído las cosas quemantes que se dicen
los amantes en sus juegos, jugando a estar dormida no me contestaste pero yo
supe por el leve estremecimiento de tu cuerpo que es o te gustaba. El bolero
allá afuera acabó, pero nos quedamos quietos esperando. Al momento sonó
“Júrame” (Todos dicen que es mentira que te quiero porque nunca me habían visto
enamorado. yo te juro que yo mismo no comprendo el por qué tu mirar me ha
cautivado. Cuando estoy cerca de ti ya estoy contento, no quisiera que de nadie
te acordaras, tengo celos hasta del pensamiento que pueda recordarte a otra
persona amada.) y comenzamos de nuevo esa danza incesante, entonces pasaste tus
brazos hacia atrás abrazándome por la espalda, yo te tomé de la cintura con mis
dos manos y te apreté hacia mí desesperado, los dos callados, nuestra
respiración era murmullos inaudibles y densos suspiros, estábamos ardiendo,
nuestros cuerpos estaban unidos y nuestros sexos fundidos. Yo te dije que me
encandilaba el roce de tus pechos y tú asentiste con un leve movimiento de
cabeza. Entonces mientras la punta de mi verga punzaba tu vulva a través de la
delicada tela mojada, vertí ahí mismo mi néctar de macho enamorado y al mismo
tiempo metí mi pierna entre las tuyas y seguimos danzando intensamente sin
apenas respirar. Noté como tu respiración se entrecortaba y tu aliento quemaba;
al poco rato y casi al terminar la música, sentí como me apretabas hacia ti
fuertemente y un estremecimiento intenso inundó tu cuerpo amado, entonces supe
que te habías alcanzado el orgasmo cuando sentiste mi pene rozando tu sexo
derramado, acabamos la danza lentamente, callados pero saciados. Te tomé de la
mano y te acompañé hasta que te venció el sueño verdadero, te di dos besos en
las mejillas y me despedí de ti en
silencio. Me fui con el sabor de tu boca, oliendo a ti, y tarareando
suavecito el “Sabor a mí” (Pasarán más de mil años, muchos más, yo no sé si
tenga amor la eternidad, pero allá tal como aquí, en la boca llevarás, sabor a
mí.).
No hay comentarios:
Publicar un comentario