sábado, 9 de febrero de 2013

BAILAMOS



(Reescritura. Versión para nosotros)


Abrí silenciosamente la puerta de tu dormitorio, y te vi ahí sola en tu lecho, dormida o haciendo como que dormía, esperándome en el sueño o en el entresueño pues sabía que esa noche iría hacía ti,  me acerqué envuelto en el mismo silencio, me deslicé en el lecho y comencé a acariciarte dulcemente. Me gusta tu cuerpo, lo sabes, tu largo pelo perfumado, tus palomas tibias con sus tetes sensibles, tu cuerpo amplio de deliciosa blandura carnal, tu nido oloroso a íntimos deseos, tus uñas cuidadas y tu boca besable hasta el vicio, a lo lejos se escuchaba una música suave y romántica, eran lentos boleros que invitaban a consumar el Amar, mientras acariciaba la sinuosidad de tus caderas te iba susurrando el bolero que se oía desde afuera de nuestra noche, era  “Tú me acostumbraste” (Tú me acostumbraste a todas esas cosas, y tú me enseñaste que son maravillosas. Sutil llegaste a mí como una tentación llenando de ansiedad mi corazón. Yo no comprendía cómo se quería en tu mundo raro y por ti aprendí.), y tú estabas quietecita jugando a hacerte la princesa dormida y yo fauno enamorado te besaba tus orejitas con toda mi ternura acumulada, entonces te abrace y comenzamos a movernos muy suavemente en un danzar lento y lánguido como la musiquilla del bolero, sin decirnos palabra poco a poco nuestros cuerpos se iban uniendo piel a piel separados solo por la delgada tela de tu camisola, yo notaba tus palomas rozando mi pecho, sentía la blandura sensual de tus pechos y la tierna dureza de tus pezones, me iba motivando poco a poco, yo hacia fuerza para apretarte más hacia mí y tu consentías entregada y rendida en tu juego del dormir. Intuí que te gustaba y que te sentías a gusto, notaba de tu respiración en mi boca y el vaho de tu aliento tibio me enloquecía porque iba mezclado con un toque de perfume que me embrujaba. Seguíamos danzando como un nudo ondulante en las brasas del lecho, entonces acerque mi mejilla a la tuya y aceptaste el roce, me sentía en la gloria, mi miembro viril estaba duro a punto de estallar, me habías incendiado con tu fuego de potranca en celo, al notarlo apretaste tu húmedo nido a mi erecto falo. Te dije al oído las cosas quemantes que se dicen los amantes en sus juegos, jugando a estar dormida no me contestaste pero yo supe por el leve estremecimiento de tu cuerpo que es o te gustaba. El bolero allá afuera acabó, pero nos quedamos quietos esperando. Al momento sonó “Júrame” (Todos dicen que es mentira que te quiero porque nunca me habían visto enamorado. yo te juro que yo mismo no comprendo el por qué tu mirar me ha cautivado. Cuando estoy cerca de ti ya estoy contento, no quisiera que de nadie te acordaras, tengo celos hasta del pensamiento que pueda recordarte a otra persona amada.) y comenzamos de nuevo esa danza incesante, entonces pasaste tus brazos hacia atrás abrazándome por la espalda, yo te tomé de la cintura con mis dos manos y te apreté hacia mí desesperado, los dos callados, nuestra respiración era murmullos inaudibles y densos suspiros, estábamos ardiendo, nuestros cuerpos estaban unidos y nuestros sexos fundidos. Yo te dije que me encandilaba el roce de tus pechos y tú asentiste con un leve movimiento de cabeza. Entonces mientras la punta de mi verga punzaba tu vulva a través de la delicada tela mojada, vertí ahí mismo mi néctar de macho enamorado y al mismo tiempo metí mi pierna entre las tuyas y seguimos danzando intensamente sin apenas respirar. Noté como tu respiración se entrecortaba y tu aliento quemaba; al poco rato y casi al terminar la música, sentí como me apretabas hacia ti fuertemente y un estremecimiento intenso inundó tu cuerpo amado, entonces supe que te habías alcanzado el orgasmo cuando sentiste mi pene rozando tu sexo derramado, acabamos la danza lentamente, callados pero saciados. Te tomé de la mano y te acompañé hasta que te venció el sueño verdadero, te di dos besos en las mejillas y me despedí de ti en  silencio. Me fui con el sabor de tu boca, oliendo a ti, y tarareando suavecito el “Sabor a mí” (Pasarán más de mil años, muchos más, yo no sé si tenga amor la eternidad, pero allá tal como aquí, en la boca llevarás, sabor a mí.).

No hay comentarios: