Apareados, en el verbo que se
siente y se escribe, en la visión que se piensa y se imagina, apareados con el
intenso erotismo de esa palabra que hasta ahora nunca la había sentido con toda
su intensidad animal, salvaje, primitiva. Como no amarte y desearte si ya te me
vas haciendo única en cada cosa que tocas y vas borrando otros nombres y sus
retratos. Ayer estuve todo el día entre tus pechos y las horas se me pasaron
felices oliendo tu perfume, jugando con tu pelo ensortijado, dándote besitos
tiernos, jugando con mis manos en tus muslos como un bebe juguetón que sabe
abrir las puertas de tus sentimientos y de tus ternuras. Pero cuidado, has
despertado mis atávicos instintos incestuosos, no juegues con ese fuego que de
ahí deben surgir todos mis dramas de afecto, de amor, de pertenencia y de
infidelidad. Arrurrurrame otra vez contra la tibieza dulce y tierna de tu
cuerpo para volver al sereno útero materno, al jardín de mi infancia con sus
dalias y sus azucenas, revuélveme el pelo con mano maternal, dame esos besitos
prohibidos que guardabas desde antes de mí para mí. Quiero seguir y seguir
apapachado, mamacita, ahí entre tus pechos incestuosos, ahí, en ti, hundido en
las dunas de tu cuerpo deseado imaginado esperado, como un niño que no quiere
ir al mundo y quedarse para siempre en ese perfumado cuenco edípico. En tu
cuerpo sagrado de madre deseada mecido por tus ardientes deseos, embebido de tu
saliva y de tus jugos sexuales, succionando tus ardores desde la ternura de la
sensualidad de tus amplios senos que sueño y sueño mientras mi lengua anida en
tu ombliguito cosquilloso, se fuga hacia el ese sur púbico siguiendo tu aroma
de hembra en celo hasta hurgar en tu sexo con desesperación de lobo y alcanzar
el G de gemidos, de gustito, de geniceo, de genital y de goce interminable. Yo
quisiera ser otra vez el pequeño embrión escondido en el vientre de mi santa madre,
nadando en la tibieza materna como en el perdido paraíso. Quiero tu boca en mi,
tu boca lamiendo, mamando, sorbiendo, tu mano jugando con las piel mas sensible
de mi cuerpo estremecido por tus juegos del crecimiento viril de este niño
macho tuyo, y yo haciéndome el dormido para ti y tus juegos de placenteros
abusos, libre y sin pudor porque yo duermo y tu sabes que no duermo, pero ambos
jugamos el mismo juego ahora con esa verdad secreta y compartida, yo siendo
tuyo como tú lo quieres hasta el borde mismo de la fidelidad que puede prometer
un maldito infiel, y tú sabiendo en la profundidad de tu ser de madre amante
incestuosa que soy más tuyo que si hubiera nacido de tu vientre que deseo hasta
el dolor.
sábado, 9 de febrero de 2013
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