sábado, 9 de febrero de 2013

INCESTUS

Apareados, en el verbo que se siente y se escribe, en la visión que se piensa y se imagina, apareados con el intenso erotismo de esa palabra que hasta ahora nunca la había sentido con toda su intensidad animal, salvaje, primitiva. Como no amarte y desearte si ya te me vas haciendo única en cada cosa que tocas y vas borrando otros nombres y sus retratos. Ayer estuve todo el día entre tus pechos y las horas se me pasaron felices oliendo tu perfume, jugando con tu pelo ensortijado, dándote besitos tiernos, jugando con mis manos en tus muslos como un bebe juguetón que sabe abrir las puertas de tus sentimientos y de tus ternuras. Pero cuidado, has despertado mis atávicos instintos incestuosos, no juegues con ese fuego que de ahí deben surgir todos mis dramas de afecto, de amor, de pertenencia y de infidelidad. Arrurrurrame otra vez contra la tibieza dulce y tierna de tu cuerpo para volver al sereno útero materno, al jardín de mi infancia con sus dalias y sus azucenas, revuélveme el pelo con mano maternal, dame esos besitos prohibidos que guardabas desde antes de mí para mí. Quiero seguir y seguir apapachado, mamacita, ahí entre tus pechos incestuosos, ahí, en ti, hundido en las dunas de tu cuerpo deseado imaginado esperado, como un niño que no quiere ir al mundo y quedarse para siempre en ese perfumado cuenco edípico. En tu cuerpo sagrado de madre deseada mecido por tus ardientes deseos, embebido de tu saliva y de tus jugos sexuales, succionando tus ardores desde la ternura de la sensualidad de tus amplios senos que sueño y sueño mientras mi lengua anida en tu ombliguito cosquilloso, se fuga hacia el ese sur púbico siguiendo tu aroma de hembra en celo hasta hurgar en tu sexo con desesperación de lobo y alcanzar el G de gemidos, de gustito, de geniceo, de genital y de goce interminable. Yo quisiera ser otra vez el pequeño embrión escondido en el vientre de mi santa madre, nadando en la tibieza materna como en el perdido paraíso. Quiero tu boca en mi, tu boca lamiendo, mamando, sorbiendo, tu mano jugando con las piel mas sensible de mi cuerpo estremecido por tus juegos del crecimiento viril de este niño macho tuyo, y yo haciéndome el dormido para ti y tus juegos de placenteros abusos, libre y sin pudor porque yo duermo y tu sabes que no duermo, pero ambos jugamos el mismo juego ahora con esa verdad secreta y compartida, yo siendo tuyo como tú lo quieres hasta el borde mismo de la fidelidad que puede prometer un maldito infiel, y tú sabiendo en la profundidad de tu ser de madre amante incestuosa que soy más tuyo que si hubiera nacido de tu vientre que deseo hasta el dolor.

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