martes, 12 de febrero de 2013

MALDITA


(Como un fantasma [i] la veo en su costanera, con su mate, con su río de aguas zainas... su piel bronceada por un sol celoso sin mis besos, sus ojos ocultos por grandes gafas para no encenderme otra vez en su hechizo, como un fantasma que mis deseos concretizan en imagos para no morir en este infierno...)


(Pregúntate a ti misma si tu piel soportará la próxima lluvia sin mis dedos trazando en ella el mapa de tus deseos, la geografía de tus insomnios inmersa en ese fuego que te destroza la voluntad y carcome tus pudores, pregúntate a ti misma si los territorios de tu cuerpo donde marqué mis dominios resistirán sus fronteras sin mi boca humedeciendo el sendero estremecido que va de tus dulces pezones al surco anhelante de tu sexo, pregúntate a ti misma si tus labios sobrevivirán sin morirse de besos en los míos, ni beber nuestras salivas sedientos de voluptuosas convergencias, pregúntate a ti misma si serás la misma después que pierdas mi nombre y disgregues mi voz, mis palabras, mis locuras de linyera enamorado, después que yo abdique de tu reino de furias y me haya disuelto en los patéticos rostros de los tristes payasos que vendrán a intentar vanamente la misma seducción que te rindió a mis trágicas perversiones. Solo pregúntate a ti misma si de verdad crees que lograrás mi olvido. Estoy en tu sangre, en tu sudor, en tu saliva, en tu orina, en tus densidades más intimas, habito como un parásito incitante bajo tu piel, en tu pelo y tus vellos, en los rincones y pliegues de tu cuerpo que ni tu misma conoces, estoy dentro de tus ojos y en tus más escondidos cromosomas, vivo tan en ti que respiro el aire que respiras sin solución de continuidad, nada podrá evitar que cada día cuando enjabones tu cuerpo entero, tus muslos, tu vientre, tus pechos, tu ombligo, tu mano sea siempre mi mano y tu lo sentirás por el rubor que encenderá tus mejillas cuando yo rompa tu recato y tu seas otra vez para mí virgen violada y meretriz encantada. Sábelo a tiempo para que cuando te mires en tu espejo sepas que es tu sombra sin mí la que te mira. Juega a creerte, miéntete que te será posible enterrarme en las arenas de tu alma desierta, engañate para que puedas dormir sin rasguñar tus brazos y tus piernas buscando al macho infame que te robó la quietud de tu perra soledad de claustro, la tranquilidad que te mentías bajo las sabanas desoladas entre que cerrabas los ojos y te dormías, envenena tu alma para que cada vez que mires ese "río de sueñera y de barro" [ii] no me veas como un fauno depravado navegando hacia ti en los camalotes tratando de alcanzar tus muslos suaves, tus senos mullidos y tibios, tus pezones sensibles y tu sexo anhelante, para violarte entre los pajonales y que tus grititos de hembra espanten los sirirí cariblancos [iii], mismos que vi en mi norte hace muchos años cuando te buscaba por el desierto equivocado.)


Notas.-

[i] “La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación.” El Aleph, Jorge Luis Borges

[ii] Fundación mítica de Buenos Aires. Jorge Luis Borges


[iii] El sirirí cariblanco, sirirí de la pampa o yaguasa careta (Dendrocygna viduata) es una especie de ave anseriforme de la familia Anatidae.

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