(Como un fantasma [i] la veo en su costanera, con su mate, con su
río de aguas zainas... su piel bronceada por un sol celoso sin mis besos, sus
ojos ocultos por grandes gafas para no encenderme otra vez en su hechizo, como
un fantasma que mis deseos concretizan en imagos para no morir en este
infierno...)
(Pregúntate a ti misma si tu piel soportará
la próxima lluvia sin mis dedos trazando en ella el mapa de tus deseos, la
geografía de tus insomnios inmersa en ese fuego que te destroza la voluntad y
carcome tus pudores, pregúntate a ti misma si los territorios de tu cuerpo
donde marqué mis dominios resistirán sus fronteras sin mi boca humedeciendo el
sendero estremecido que va de tus dulces pezones al surco anhelante de tu sexo,
pregúntate a ti misma si tus labios sobrevivirán sin morirse de besos en los
míos, ni beber nuestras salivas sedientos de voluptuosas convergencias,
pregúntate a ti misma si serás la misma después que pierdas mi nombre y
disgregues mi voz, mis palabras, mis locuras de linyera enamorado, después que
yo abdique de tu reino de furias y me haya disuelto en los patéticos rostros de
los tristes payasos que vendrán a intentar vanamente la misma seducción que te
rindió a mis trágicas perversiones. Solo pregúntate a ti misma si de verdad
crees que lograrás mi olvido. Estoy en tu sangre, en tu sudor, en tu saliva, en
tu orina, en tus densidades más intimas, habito como un parásito incitante bajo
tu piel, en tu pelo y tus vellos, en los rincones y pliegues de tu cuerpo que
ni tu misma conoces, estoy dentro de tus ojos y en tus más escondidos
cromosomas, vivo tan en ti que respiro el aire que respiras sin solución de
continuidad, nada podrá evitar que cada día cuando enjabones tu cuerpo entero,
tus muslos, tu vientre, tus pechos, tu ombligo, tu mano sea siempre mi mano y
tu lo sentirás por el rubor que encenderá tus mejillas cuando yo rompa tu
recato y tu seas otra vez para mí virgen violada y meretriz encantada. Sábelo a
tiempo para que cuando te mires en tu espejo sepas que es tu sombra sin mí la
que te mira. Juega a creerte, miéntete que te será posible enterrarme en las
arenas de tu alma desierta, engañate para que puedas dormir sin rasguñar tus
brazos y tus piernas buscando al macho infame que te robó la quietud de tu
perra soledad de claustro, la tranquilidad que te mentías bajo las sabanas
desoladas entre que cerrabas los ojos y te dormías, envenena tu alma para que
cada vez que mires ese "río de sueñera y de barro" [ii] no me veas
como un fauno depravado navegando hacia ti en los camalotes tratando de
alcanzar tus muslos suaves, tus senos mullidos y tibios, tus pezones sensibles
y tu sexo anhelante, para violarte entre los pajonales y que tus grititos de
hembra espanten los sirirí cariblancos [iii], mismos que vi en mi norte hace
muchos años cuando te buscaba por el desierto equivocado.)
Notas.-
[i] “La candente mañana de febrero en que
Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo
instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro
de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios;
el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se
apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.
Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo
sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su
memoria, sin esperanza, pero también sin humillación.” El Aleph, Jorge Luis
Borges
[ii] Fundación mítica de Buenos Aires. Jorge
Luis Borges
[iii] El sirirí cariblanco, sirirí de la pampa o yaguasa
careta (Dendrocygna viduata) es una especie de ave anseriforme de la familia
Anatidae.
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