sábado, 16 de febrero de 2013

CARSEXLARIA (Fantasía onírica)

Lo intuía, sabía que en el fondo más oscuro de ti había una exhibicionista, una tragahombres, una bestia sexual insaciable, que era cosa de que te sintieras liberada de traumas, trancas, limites sociales y familiares, muros religiosos o éticos, y te lanzarías en los brazos, cuerpos, de todos los machos que cayeran atrapados en la densa y dulce telaraña de tu feminidad ninfómana, estúpidamente pensé que en la cárcel del castigo estarías en total celibato, pero claro, yo te pones a leer y escribir "siempre con poca ropa", mostrando tus muslos voluptuosos, tus tetitas ricas, tus pezoncitos sublimes, tu sexo semidescubierto con sus vellitos recortados, y toda la piel desnuda de tus hombros y brazos y piernas, a la vista de los machos guardianes que te miraran embobados hasta que tus coquetonas miradas de soslayo lo erecten e inciten a entrar en la celda del vicio y luego a entrar en todos los sitios penetrables de tu cuerpo con sus duras erecciones carcelarias y montarte como perros callejeros hasta dejarte saciada, untada e inundada del semen grupal oliendo a machos sudorosos, a sexo acalorado y furioso, al sucio chijeteo de vergas pene-trando y otras masturbándose a la espera de seguir chapoteando en tu (mi) rosa fatigada, irritada, adolorida, pero para mí siempre virgen a la espera de nuestro tierno himeneo donde mi verga de macho solitario borre las marcas y lave los aromas de los que poseyeron solo tu cuerpo pero no tu alma, como lo haré yo. El problema es que a tu morocho pervertido le excita demasiado imaginarte en esa celda lujuriosa, lubricada, asediada, acechada, pene-trada por esa colita rica, por tu cochita deliciosa, por tu boquita succionante, violentada por varios machos sedientos de hembraje, de depravaciones antinatura, en todo caso pebeta linda, mamacita rica, ya te dije que me regocijaré en tu cuerpo mancillado porque por más que te pene-tren nunca deflorarán tu alma, que es mía desde antes. Maldita coqueta, solo venia a hacerte un visita conyugal falsa en tu celda de castigo, por si necesitabas "algo", aunque "viole" las reglas, yo fui uno de esos violadores, pensé que me reconocerías por la ternura con que te violé, aunque reconozco que abusé de tus senos, los mamé, chupé, succioné, acaricié con vicio, con impudicia, con perversión, te mordí tus pezones hasta que gritaste de dolor placer, sí, yo pagué para acceder a tu celda, y los malditos carceleros me dijeron que eras la mejor, la más caliente, la que más grita, la más sumisa, y cuando después de haber abusado de tus pechos, de tus ricas tetitas, comencé a buscar tu sexo con mis dedos lo encontré pegajoso, mojado no de tu néctar si no del humillante semen de otros machos, por eso, aunque eso despertó mi morbo mas sucio y pervertido, evité pene-trarte y te masturbé violentamente, con rabia, con un asco que se mezclaba con un misterioso placer aberrante, mis dedos chapoteaban en ese charco seminal de los machos anónimos mientras yo me masturbaba como un adolescente depravado hasta que se unieron en la misma epifanía tu orgasmo y mi eyaculación y te dejé dormida y saciada, y me vine evitando pensar en lo sucedido.

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