martes, 12 de febrero de 2013

ROSARIUM

Comienza el crepúsculo, se viene grato con su brisa fresca después de un día denso, húmedo, caluroso, sentado afuera frente al jardín, miraba las rosas y te pensaba, me preguntaba; tendrá rosas ella?, intuirá que ahora la estoy pensando, sentirá esa leve cercanía que intento hacerle sentir?, y de pronto allí entre los adormecidos rosales intuí a la gata y sus zarpas, sus furia de hembra posesiva, su orgullo de mujer que se sabe única, ah! -me dije- esas es ella!, sentí tu odio rasguñando mi espalda, vi la rabia en tu ojos y en tu boca de besos, si! -me dije- le importo, todavía me quiere! Y en medio de ese éxtasis solo atiné a darte un besito en el lejos para cerrarte la boquita con mi lengua penetrante, vos sabés! Verás, no sé si las rosas tiene dueña o no, solo sé que en ellas te veo empetelada, en diversos tonos del rosado o del rojo, o blanca o amarilla, en ellas veo tu piel perfumada, los pliegues íntimos de tu cuerpo, sus curvas deseadas, sus rincones del secreto, a veces amanecen con rocío y alcanzo a tocar en ellas tus néctares de hembra mía, en fin, estás en esas rosas y en ellas te poseo. Cual rosa – me pregunto- será tu boca de besos míos, cuales las puntitas tiernas de tus pechos, cual tu sexo perfumado de tu esencia de hembra mía? Es que me voy desgranando en estas turbiedades de mis instintos por el misterio de tu rosa envuelto en la brisa fresca del atardecer que te atestigua en los intentos de fuga y no, en esa delicada percepción de que esta ahí entrepétalos, enredada en los estambres, declarada en la densidad vegetal del pistilo y como una burbuja de cristal en la copa de los sépalos, allí, allí mi voz te alcanza y conmueve, allí mi voz se hace polen, insecto, agua y savia, allí mi voz descorre los velos virginales de tu corola y te irrumpe incitando, descascarando, disolviendo la vana castidad que soportas en la ansiedad de mi silencio. Allí. Allí no hay quien porque tú reinas entre las rosas con tu rosa. Allí. Y aun te espero emboscado oculto en ese mullido amarillo que vos sabés, enmascarado en el vaho del espejo, secreto e intangible en el agua que recorrerá tu cuerpo besándolo en voluptuosas cascadas y atrevidos escurrimientos, espero como un fauno encarcelado la ninfa desprevenida, como un sátiro enviciado ansioso de jugar en el breve bosque que lleva a tu rosa de rosados pétalos para vislumbrar el paraíso. Allí.

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