"déjame que me calle con el silencio tuyo"
Poema 15. Pablo Neruda.
Me soñé toda la noche lamiendo de
tu cuerpo la sal de ese mar imposible, sorbiendo con la puntita de mi legua
cada gotita del rocío marino que inundaba tus poros, recorrí toda entera tu
piel desnuda allí bajo las sabanas como un caracol clandestino y sediento,
relamí la sal del sudor de cada rincón, cada pliegue, cada valle, duna,
sinuosidad y vórtice de los arduos territorios de tu carne ardiendo, bebí bebe
macho de tus pezones, lamí niño macho el sendero que va de tu tibio entresenos
hasta la sagrada sensibilidad de tu clítoris, me hundí lobo macho en tu sexo
buscando el orgasmo, el grito, la desesperación del éxtasis del goce, y soñé
nuestra laxa cercanía de besos mientras el sol amanecía sonriendo en tu
silencioso horizonte marino. Eso me soñé, y te bebí sorbo a sorbo, y ebrio de
tu saliva y el champagne fui bordeando tu boca de besos, y fui fluyendo
derramado en besos achampañados por tu escote, bajando por tu ombligo hasta tu
vientre y escurrí borracho de tu piel y tu sabor hasta ese vórtice donde
convergen todos los paraísos, y ahí dormí macho embriagado de ti hasta que
amaneció el primer día de este nuevo año nuestro. Eso me soñé, por eso estoy en
esos secretos juegos nocturnos de tu ardiente insomnio, en la oscuridad densa
donde mis manos te acarician poseen como oleaje espuma arena, con la sexualidad
evanescente de las yemas de mis dedos invadiendo tu piel bajo las sabanas, te
espió con los ojos del espejo mientras te desnudas y me piensas sientes, y te
exhibes coqueta y desnuda en el azogue sabiendo que yo rondo en celo por ese
voluptuoso cristal, y después soy agua esponja jabón por donde me lleve tu mano
en su itinerario sensual poseída por el demonio del deseo de mí, y voy frotando
la intensidad de tus pechos, de tu vientre, de tu sexo, de tu carne viva. Y te
soñé con tu silencio de mármol impuro escondido en la arenas soleadas donde tu
cuerpo mío se dibuja en sombra o en dulces bajorrelieves, con tu ausencia de
albatros que agrieta y derrumba los muros de mi oscuro castillo desolado, con
tu vagancia marina allá en un océano de oleajes antiguos donde los tristes
vigías de mis barcos extraviados te miran desde lejanías imposibles, allí entre
esos tumultos de gentes y arenas y aguas saladas que te ven y te tocan, no yo.
Y te soñé con arrebato de naufrago porque te me vas, te me escapas como siempre
inalcanzable, porque me dejas tirado en medio del lodazal de tu ausencia,
abrumado de tu silencio, atrapado en tu recuerdo de hembra deseada ah! maldita!
¿Como diablos te ubico si solo conozco la topografía incesante de tu escote
insistente? Eso.
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