lunes, 18 de febrero de 2013

PRESENCIAL OCULTO

(Estarás jugando otra vez allá en tu castigo, con el sol y las aguas, dejando que te quemen y refresquen con sus caricias ardientes y fluyentes como mis manos cuando en las noches te abusaba dormida, olía tu perfume del día y deslizaba sin tocarte mi dedo como una mariposa morocha por las sinuosidades de tu cuerpo en un ceremonial nocturno de sueños inconsumados, de deseos contenidos, de delicados tactos rozando apenas tus vellos púbicos, el dibujo de tu boca mía, la puntita de tu nariz, una a una las uñas de tus pies en un fetichismo misterioso y atávico. Veo tu rostro con los ojitos cerrados esperando que mi mirada de fauno te acaricie, te abuse, te viole la piel desnuda y expuesta de tu escote y tus brazos, el inicio de tus muslos pálidos escondiendo el vértice y vórtice de mis eróticos sueños manuel-eros, tus pechos llenos bajo el color de las dalias, tu cuerpo amplio, edípico, donde mi lengua sueña explorar sus íntimos territorios, sus valles, colinas, pliegues y las tiernas blanduras de tus sensuales rollitos, el agua y la espuma abrazando tus piernas y rozando tu seno, y tu precisa ubicación entre esas imponentes rocas sexuales, en el vértice y vórtice del cuerpo de una mujer, entre sus piernas abiertas, allí donde delante de su sexo ofrecido, justo ahí como en un oculto mensaje subliminar para tu fauno enloquecido de deseos de ti. Sí, allá arriba en alto cielo azul soy sombra silueta acechando la dalia embebida en el cristal del agua y la arboleda, vuelo circular sobre ti para que tus ojos de hechicera me sigan y así emborracharte en el vértigos de nevadas alturas andinas, planeo con la paciencia del cazador que busca la presa precisa con la vehemencia del hambre de siglos de soledad, esperando, esperando. Mi presencia es un parásito que vive de tus tibiezas ocluido en tu piel, un insecto que te abruma de continuos estremecimientos cuando miras las cosas en la que me presientes, hojas agonizantes desperdigadas en la tierra que pisas, mariposas que te rondan en frágiles y dicharacheros vuelos, flores que vas descubriendo como si hubieras nacido ayer noche, el agua que fluye y te sumerge, las humildes piedras que tocas reconociendo mis locuras en sus ásperas texturas, la brizna de pasto que seduce tu pie, el aire mismo que respiras en un intento de percibir mi presencia allí donde no me ves.)

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