(Estarás jugando otra vez allá en tu castigo, con el sol y las aguas,
dejando que te quemen y refresquen con sus caricias ardientes y fluyentes como
mis manos cuando en las noches te abusaba dormida, olía tu perfume del día y
deslizaba sin tocarte mi dedo como una mariposa morocha por las sinuosidades de
tu cuerpo en un ceremonial nocturno de sueños inconsumados, de deseos
contenidos, de delicados tactos rozando apenas tus vellos púbicos, el dibujo de
tu boca mía, la puntita de tu nariz, una a una las uñas de tus pies en un
fetichismo misterioso y atávico. Veo tu rostro con los ojitos cerrados
esperando que mi mirada de fauno te acaricie, te abuse, te viole la piel
desnuda y expuesta de tu escote y tus brazos, el inicio de tus muslos pálidos
escondiendo el vértice y vórtice de mis eróticos sueños manuel-eros, tus pechos
llenos bajo el color de las dalias, tu cuerpo amplio, edípico, donde mi lengua
sueña explorar sus íntimos territorios, sus valles, colinas, pliegues y las
tiernas blanduras de tus sensuales rollitos, el agua y la espuma abrazando tus
piernas y rozando tu seno, y tu precisa ubicación entre esas imponentes rocas
sexuales, en el vértice y vórtice del cuerpo de una mujer, entre sus piernas
abiertas, allí donde delante de su sexo ofrecido, justo ahí como en un oculto
mensaje subliminar para tu fauno enloquecido de deseos de ti. Sí, allá arriba
en alto cielo azul soy sombra silueta acechando la dalia embebida en el cristal
del agua y la arboleda, vuelo circular sobre ti para que tus ojos de hechicera
me sigan y así emborracharte en el vértigos de nevadas alturas andinas, planeo con
la paciencia del cazador que busca la presa precisa con la vehemencia del
hambre de siglos de soledad, esperando, esperando. Mi presencia es un parásito
que vive de tus tibiezas ocluido en tu piel, un insecto que te abruma de
continuos estremecimientos cuando miras las cosas en la que me presientes,
hojas agonizantes desperdigadas en la tierra que pisas, mariposas que te rondan
en frágiles y dicharacheros vuelos, flores que vas descubriendo como si
hubieras nacido ayer noche, el agua que fluye y te sumerge, las humildes
piedras que tocas reconociendo mis locuras en sus ásperas texturas, la brizna
de pasto que seduce tu pie, el aire mismo que respiras en un intento de
percibir mi presencia allí donde no me ves.)
lunes, 18 de febrero de 2013
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