viernes, 22 de agosto de 2014

HOMENAJE MASTURBATORIO


Me masturbo recordando tu tímido escote en nuestro primer encuentro, con la misma ansiedad que descubriste en mis ojos desvergonzados. Me masturbo recordando la timidez de tu seno y su pezón dormido, su protuberancia edípica, su soberana densidad carnal, su misteriosa insensibilidad que no desata en ti turbaciones ni suspiros. Me masturbo recordando tus muslos pálidos con sus manchitas insertas en sus constelaciones de un erótico zodiaco donde estaba señalado el principio de las caricias que sobre ellas sobrevendrían, y el torpe final inentendible que las dejo titilando tristes en la noche del inconsumado deseo. Me masturbo recordando tu vientre y tu pubis de ralos vellos, su tibia consistencia de lujurias contenidas, de soledad malvenida, su desierto con las húmedas huellas de caracol que dejo mi saliva mientras buscaba el surco cauce vértice y vórtice donde sumergirme y gozar. Me masturbo recordando la sensación de mi dedo en tu clítoris, su protuberancia tierna, su íntima densidad carnal, su delicada sensibilidad que desataba en ti estremecimientos y  quejidos. Me masturbo recordando mi lengua a lo largo y vertical por tu vulva sorbiendo los jugos de tu excitación, su sabor viscoso, su vertiginosa absorción, su solemne incitación al descaro y al desacato. Me masturbo recordando las tardes mullidas y los altos crepúsculos y las voraces noches entrantes en que se desbordaban nuestros ríos y nuestras fieras salían de sus madrigueras hambrientas de túrgidas carnes y sedientas de licores seminales y vaginales. Solo después de la gozosa eyaculación los recuerdos elementales de tu imagen se van diluyendo en esta mísera y burda realidad.


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