Y te soñé como pediste, en tu lecho dormida
bajo la selva de felinas fieras fragmentadas, desnuda sin aspavientos ni
tampoco pudores, sola y desnuda, en pura piel entre las sábanas y las
turgencias expuestas, abierta y sexual, en tu sueño te soñé, coqueta mariposa, etérea
libélula, gata ronroneante y loba en celo sigiloso. Te soñé soñándote en un
bosque con su sátiro y su fauno, huyendo desnuda como un helecho en la lluvia,
atrapada en los juncales y poseída en las aguas de los quietos nenúfares, en
una cópula silenciosa de ojos cerrados y labios mordidos. Fuiste soñada sensual
en tus recatos diurnos y pervertida en tus nocturnos desbordados, hembra
incitada o luciérnaga extraviada, desnuda violeta virginal que late estremecida
inundada de lujuria por los laberintos de su sueño. Te fui soñando en el mar de
luces imaginarias, allá bien abajo, tu sabes, entre las espumas, desnuda, como
un alga o una medusa, navegando en la somnolencia del insomnio que te llevó en
su oleaje a la fría madrugada. Tú dormía entreverada en las tibiezas de tus
románticas ensoñaciones, desnuda bajo la luna llena y el oscuro terciopelo de
la noche, la boca entreabierta esperando los besos y las manos entrelazadas
asumiendo perfumadas primaveras y rojos atardeceres. Te soñé entera, adormecida
y desnuda, y te fui deshojando con mis manos impúdicas, seno y pezón
mordisqueado, muslos y glúteos sobados con procaz impertinencia, el ombligo
abusado por mi lengua curiosa después penetrante en tu vulva apenas florecida
en la caliente convergencia de tus piernas de sirena.
viernes, 15 de agosto de 2014
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