Dormiré entre tu respiración y
tus pechos, en la tibieza de tu piel y el vaho ardiente de tu sueño, tomado de
tu mano y oliendo los aromas florales de tu pelo, dormiré enclaustrado en tu
cuerpo sagrado navegando por los oleajes de tus deseos, sumergido en las
ternuras de tu voz y en las dulzuras escondidas de tu vulva, dormiré atrapado
entre tus muslos, inmóvil secreto y contenido, deshojado e impoluto, sobrio de
caricias y abundante de besos, varado en los bajíos arenosos de tu insomnio,
anclado en la olorosa profundidad húmeda de tu sexo, soñaré intruso tu mismo
sueño, dormida te abarcaré en una sola vertiente la suavidad inquietante de tus
glúteos, comba dormida para mis manos incitantes, dormiré surcando, penetrando,
lamiendo, succionando, las dormidas comarcas de tus tiernas lujurias, los
lúbricos rincones donde sucedes noche a noche esperando mi boca, mis dedos, mi
verga y mis susurros, dormiré acurrucado en tu vientre, fetal y vulnerable, en
tu pubis macho niño incestuando, entre la selva perfumada de tus vellos
ensortijados, encendido y erecto, soberano de tus latidos, de las magias de tus
orgasmos, de los sabores que destilas cuando deseas, dormiré insertado y
penetrante, encajado y copulante, desatando los nudos de tus temores y tus
celos, horadando tu voluntad con la punzante vehemencia de mi celo de lobo
inconsumado que aúlla a la luna desde las tibias ciénagas de tus instintos
encadenados, dormiré lascivo mordiendo tus pezones, ensalivando tus piernas y
la tersa concavidad tu espalda, incrustado en tu vagina hurgando sus fálicas
urgencias. Dormiré ebrio de todos mis intentos.
jueves, 7 de agosto de 2014
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