jueves, 28 de agosto de 2014

DESAPARICION DE LA PALOMA


Alzó su vuelo alto muy alto y para siempre la paloma sucesiva, se fue empequeñeciendo por el azul destilado y los oscuros nubarrones venideros, diluyendo en palabras sin imagen, borrando ella misma su silueta desnuda, sus amplios pechos edípicos, sus protuberantes pezones que hacía arder los ojos machos del potro alucinado, su champa olorosa de hirsutos vellos oscuros en el entorno de vértigo de su vulva abierta en sus rosados carnales, en sus jugos vaginales, en los calientes vahos de sus deseos. Voló asustada del hambre constante del lobo, de los ojos ávidos del sátiro, de los requiebros sexuales del fauno, cansada de esperar la primavera atenuada por la distancia y el silencio, perseguida por penetrantes intenciones, por los ritos masturbatorios con que se abrían las mañanas, por quejidos y eyaculaciones, por bestiales fantasías y por el carnaval de juegos de roles sin máscaras en los que se teatralizaban obscenas circunstancias, se vertían los ríos seminales y la femenina mano hurgaba sus humedecidos dominios. Se elevó rauda por el aire perfumado hacía las rutas de sus periódicas migraciones constantes, hasta no verse reflejada en los espejos ni sometida a la luminosidad del plenilunio, exuberante y carnal, deseada hasta el vicio en voz e imagen, quieta como un retrato o en vaivén de trigal mecido por los vientos onanistas. Se llevó los ardores de las visiones excitantes, los regaños y los celos, siempre los celos, las ansiosas voces sin pudor que se buscaban por el bosque, y el entero universo que habitaba en sus ojos.


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