domingo, 27 de abril de 2014

IRINACION II

Te deseo enviciado mirando la imagen de tu rostro mientras siento la brutal imposibilidad como el infierno del celibato. Me gustaría tocarte, oler tu perfume, y quedarnos abrazados en silencio solo sintiendo la cercanía física y espiritual, más ahora que sé como es tu cuerpo y mis manos sexuales se duelen de ti, de acariciarte suavemente, entera, con toda mi ternura y toda mi lujuria, dibujar tu cuerpo con esa sensualidad del fauno sigiloso para encenderte y hacer surgir de ti la hembra sola, sentir tu estremecimiento cuando toque un rincón sensible, suavemente, y besarte en ese rincón, y tocar con la punta de mi lengua ese punto preciso donde se acumulan tus deseos, solo con la punta de mi lengua húmeda, ardiendo en tu fuego, y punzar levemente ese punto incitando tu orgasmo, y seguir explorando tu cuerpo para saber donde están los intersticios por donde entraré a saciarte de amor y sexo, y ternuras y cariños, de cercanías y de intensidades, hasta romper el cristal que te encierra y liberarte, que vueles, que dejes de ser y vuelvas a encontrarte a ti misma, y solo entonces poseer y habitar en ti, en tus secretos, en tus baúles oscuros, en tu alma desnuda, y solo ahí intentar seas mía como no has sido de nadie nunca, y desde ese día te poseeré totalmente y tu lo sentirás, sabrás que a partir de ese instante ya no te perteneces. Un día, sí, un día habrá en que la imposibilidad no importe y en la oscuridad de su noche serás por primera vez infiel y me dejarás estar hasta siempre en ti.

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