domingo, 27 de abril de 2014

IRINACION I


Y fue una noche mágica en el borde mismo del deseo, pude oler tu perfume, sentir la tibieza de tu piel, tu respiración, vi tu pechos grandes y plenos con sus pequeños pezones sensibles, protuberantes, con sus claras aureolas rosadas, pude sentir su calor y su textura, esa sensación de dulce carne blanda y perfumada, y pude rozar esos botones con mis labios, atraparlos con mis manos, sentir su túrgida consistencia y luego besar una y otra vez cada uno hasta sentir tus pequeños quejidos de placer. Estaba excitado, muy excitado, demasiado, porque ahora si me dolía nuestra absurda imposibilidad. Vi tu cuerpo macizo, lleno, sin ningún vello, femeninamente depilado, y veía ese breve surco rosado, oloroso a ti, y me entregué a ti, y me olvidé de todo, dejándome hacer lo que sentía, sin limites; busqué, exploré, toqué, besé, lamí, acaricié, entregándome entero para que tú sintieras mi rendición y te entregaras igual, y así hundirnos en esas intimas sensaciones hasta el mortal precipicio del éxtasis. En esos momentos el mundo no existía, todo estaba en tu cuerpo que poseía, en tus rincones y sus secretos, todo el universo estaba en tus quejidos de placer, en tu piel que vivía esos roces hasta la penetración final, esa posesión intima, absoluta, en esos instantes maravillosos en que fuimos uno. Y después, el descanso, abrazados, susurrándonos, ya sin el deseo físico solo envueltos en la intensidad de una cercanía imposible. Entonces comenzaba a recorrer cada milímetro de tu piel, solo para dolerme más de mis deseos, de mis ansias, hundía mi rostro en tu cabello, me escondía allí de todo, del universo completo, todo dejaba de importar solo escondiendo mi rostro en tu cuello, olía tu perfume y tu sudor después de sentir el amor, no quería moverme de ahí, besaba tu oreja, jugaba con ella con mis labios y mi lengua húmeda, enredaba mis manos en tu pelo y te besaba, te besaba mucho para saciarme en tus besos, jugaba en tu boca con mi boca, en tus labios llenos de mis besos, y eras mía, toda mía. Y sé que aun debes sentirme porque yo siento tu cuerpo aquí, tan cerca que me quema, sí, me estoy quemando en tu cuerpo hasta la ceniza, siento tus labios en mí, ese roce de tus labios cargado de todo el quimérico amor que me das.

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