sábado, 5 de abril de 2014

LAMICION (Palimpsesto)


Ella está abierta de piernas. Pero él aún no la ha tocado. Está desnuda. Él también está desnudo. Ni tan siquiera se han besado aún. De noche, una lamparita encendida. Él besa su pierna derecha, son besos húmedos. Besa sus pies, sus caderas. También lame. Su verga ya está dura. Va bajando beso a beso hasta acercarse a su pubis. Ella puede notar su aliento cerca del ano, de sus labios vaginales. Eso la hace suspirar casi en tensión. Han sido semanas de fantasías, de masturbaciones de él y de ella en esos chateos anónimos bajo las máscaras virtuales de los nicks. Abre delicadamente los labios vaginales con los dedos, ella no rechista; se aferra a las sábanas cada vez más sexualmente agitada. Él abre la boca cerca de los pliegues rosados femeninos, pero no besa, no lame aún. Solo deja ir su aliento caliente para que ella lo note. De vez en cuando la besa alrededor de la entrepierna, pero nunca cerca de su triángulo. Ve que ella responde, agitada, que le gusta el juego. Llegado el momento comienza a lamer donde empieza la cadera, muy cerca ya del objetivo. Cosquilleo húmedo. Besa y lame. Entonces la entrepierna se impacienta con un pequeño espasmo. Los ojos femeninos miran con impaciencia, y la lengua masculina comienza a lamer la vulva, sin profundizar, apenas tocando, de arriba abajo, al menos una docena de veces. Y luego presiona un poco más y sin usar los dedos alcanza los labios interiores. Todo aún sin lamer el clítoris. Él quiere enervarla, ponerla realmente caliente, y justo después de pasearse por su vulva ya húmeda, con dos dedos la abre y da un lametón de abajo arriba. Oye un suspiro débil. Decide continuar así, dejando ir su aliento caliente y lamiendo sin acelerar aún, sin centrarse aún en su zona más tierna. Moja los pliegues con su saliva. Ella ya se ha mojado, puede notar su sabor. Eso le activa la parte bruta. Se aferra más a sus piernas y comienza a lamer con más rapidez. Sorbe ya su clítoris, una, dos, tres veces. Un espasmo femenino de excitación. Y baja y lame el ano, esta vez ya siempre con fruición. Ella intenta usar sus dedos pero él aparta su mano y vuelve a hundirse literalmente en la chuchita. La lame sin control y luego decide atacar con ansia otra vez el clítoris, que suave y débil tiembla debido a la velocidad a la que se agita la lengua. Ella aferra la cabeza de su amante, levantando el culo de la cama y apretándole contra su entrepierna. Él sorbe, lame, chupa, acariciando las caderas de ella, que ya siente una intensa la sensación de hacer pis y comienza a acabar, siente como empieza a eyacular, grita, de su vulva escurre un liquido claro y transparente, sin olor, entre sus desesperadas contorsiones orgásmicas las sábanas se van empapando a su alrededor dejando un halo tibio donde lentamente ella se desploma saciada.

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