martes, 15 de abril de 2014

SITA KYASARIN (*)


¿Han escuchado alguna una vez que si mueres en el mundo de los sueños morirás también en el mundo real?

Eres el suplicio del día por medio, enfrente a menos dos pasos de distancia, a breve roce de dedos, a miradas abiertas, a palabras que esconden el tímido acecho imperceptible y la que pareciera desenfadada coquetería de cauta hembra desengañada. Juegas sugerente con tu pelo largo negro noche sin luna, esa exuberancia de lentos oleajes o sauces atrapados por primaverales ventoleras, como sin testigo agonizando ahí a dos pasos embobado. Esparces tu sonrisa de pequeñas porcelanas pícara o misteriosa, despliegas tu risa de sirena haciendo naufragar la nave del extraviado navegante para fijar los límites mortales de tus sensuales territorios. Abusas de abruptos suspiros inesperados y de esos juguetones tiernos lamentos que se extienden como dulces telarañas. Embrujas con tus hermosas piernas imponentes siempre cruzadas expuestas en el ángulo preciso para que los ojos incautados siempre se claven en tus muslos increíbles mostrando mucho más de lo justo y necesario, en las medias claras en el nylon suave en la voluptuosidad atrapante de tu cuerpo de joven madonna renacentista. Caminas altiva y segura, jactanciosa, con los serios y formales tacones negros que despiertan instantáneas fantasías fetichistas. Ostentas como ingenua tus grandes pechos ocultos pero punzando en la reverberancia de la memoria con el canalillo solo a veces visible en las hendidura de tu escote de un botón abierto de la blusa con cristalinos desparpajos. Te arriesgas lúdica o desafiante a los deseos enjaulados para no cometer el suicidio de embaucarte. Te sabes exultante incitante deseada, sabes que muerdes la carne y envenenas el alma, conoces tu poder insensato de provocar secretas erecciones y perversas instancias de goces posibles, pero aun así duermes sola en la soledad inmensa de tus largas noches oscuras como tu pelo.

(*) Advertencia implícita: Desde ese momento comenzarán noches de pesadilla que amenazarán tanto su vida como la de su relación de verdadero amor y pondrán a prueba su moral, ética, fidelidad, sus emociones ante el fenómeno más grande de su vida y, por último, el camino que deberá tomar por el resto de su vida: el de la infidelidad o el de la felicidad.

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