viernes, 18 de abril de 2014

IGNORAMUS ET IGNORABIMUS


“pero... esa persistencia de la que habla, donde habita? en la memoria?, aún en sus textos no me queda clara esa invocación.” N.N.

Verás, suelo recordarte con ilógica persistencia a medida que avanza el otoño, y ya presiento que en las lluvias que vendrán serás aun más tenaz en la reverberancia perfumada de tu recuerdo, pero no sé donde ubicar precisamente esa terca permanencia de ti en los intrincados desasosiegos de la silenciosa lujuria del nocturno, a veces la siento como una herida sin cicatrizar por el lado ciego del coeur, espina o tajo según sea madrugada o atardecer, otras en una dolorosa sensación de pérdida tirando a duelo en la entrañas del alma acechada por la vagancia solitaria de los insomnios, también en la piel sedienta de tu boca o en el cuerpo hambriento del tuyo, en la palma de las manos y en los labios entreabiertos, en la puntita de mi lengua y la sensibilidad de mi falo, y no es raro que la perciba como una delicada ausencia en la sutil y alada inspiración o como un salvaje deseo de ti en la exaltación del verbo soez y descarado. Y aunque vivimos el mismo infierno sé que tú me encapsulas en tus aires desenfadados de ardiente señora y haces como que no existo o he muerto de pena en las cercanía de tu casa, pero sabes exactamente donde permanezco incrustado acechando la flor abierta de tu vulva para polinizarte inhiesto y urgente como un fauno en forzoso celibato. No, no puedo responderte donde se ubica esa perfecta y nítida persistencia tuya, quizá habite como un parásito inmortal en mis oscuros palimpsestos y esté escondida entrelineas como una mariposa muerta entre la páginas de un libro polvoriento que ya nadie lee.

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