jueves, 3 de abril de 2014

EGO SUM


Yo rompo la sinuosidad de tu cuerpo, la sublime belleza natural de tu desnudez sobre el lecho, la tibia palidez de mármol o alabastro en su tenue suavidad carnal, el triangulo impúdico demarcado por tus pezones y los vellos de tu pubis. Yo te insto a la lujuria esencial del verbo y la caricia, del beso que irrumpe y abarca, de la flor abierta y el tallo erguido, de los ciertos matices de tu dulce madurez otoñal, de tu invierno mezquino que avanza lento e incontenibles señalando con su fría escarcha los pliegues de tu piel. Yo desato los nudos que te impiden incendiarte hasta languidecer extenuada de tibias salivas y perlados sudores, poseída hembra desatada, inserta o insertada, inerme y saciada, revoloteando entre la sensualidad y la ternura, impregnada de licores seminales, ansiosa de seguir viviendo las inconstancias de una cópula que atraviesa los verbos, los quejidos, los enjambres de susurros salvajes, las líquidas y densas vertientes de eyaculaciones y orgasmos. Yo invado tus territorios nocturnos como un lobo escondido en la luz de la luna, sigiloso voy lamiendo tus fluidos, mordiendo tus labios, pene/trandote con la tierna levedad del amor que se sexualiza en los apremiantes deseos que te acorralan contra el muro de tus miedos a desplegarte hembra en la verticalidad lasciva de tu vulva. Yo soy tus demonios, tus pecados, tus fantasías, tus suspiros sin eco en la doliente parsimonia de la soledad donde te enjaulas y clausuras, el macho pervertido que confinas a las arenas de tus insomnios que se desperdigan por tus sábanas cuando el vacío nocturno se te clava entre tus senos intocados. 

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