lunes, 7 de abril de 2014

UAXAP

“Es necesario desexualizarse, según una línea de multiplicación y de intensificación de los placeres y erotizar la vida”. Sensu Michel Foucault.

Fue el letra a letra que pauteaba con sensual descaro la secuencia y la intensidad de los deseos mientras la noche ancha y ajena discurría pequeñita en distancia y en cercanía, ebulliciones y desasosiegos la colmaban sin dejar espacio ni tiempo para otros menesteres que no fueran la ansiada reincidencia pecadora. Lo que frente a frente no se dice, ahí en la enigmática y clandestina virtualidad electromagnética se dijo sin ambages, escondidos de la brutal censura del convento y la tímida vergüenza del monasterio. Las palabras en parcos mensajes fueron ardiendo en la leña reseca por los demorados e intranquilos celibatos, las manos dedos aquí y allá convergían en excitados genitales desatando los goces fastuosos del onanismo compartido. Y fue sucediendo a la vez un sentimiento profundo, sincero y nada lujurioso, y un sabor de carnales golosinas y un antiguo carnaval lujurioso de altos nocturnos marinos. El último movimiento de la erótica sinfonía se dilapidó feraz en suspiros ahogados y grititos salvajes. Fue una voz susurros quejidos que pauteáron con voluptuoso desparpajo el final del clitoriano destello, del sublime orgasmo soberano. Fue otra voz susurros quejidos que pautearon con voluptuoso desenfado el final del fálico destello seminal, de la sublime eyaculación soberana. Fue una revelación de goces y consumaciones de eróticas tecnologías. No fue el chasquido violento de un beso robado ni el tardo transcurso de una cópula con sus preámbulos y monotonías, sino un imprevisto presagiado, un quiebre de continuidad latente, viva y ardiente, con esa consistencia viscosa con que se deslizan los voluptuosos caracoles. Fue la íntima conexión de dos seres extraviados en las locuras del amor bajo los signos de los tiempos, cuando la búsqueda del placer sigue los mapas obsesivos de los misteriosos delirios sexuales.

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