sábado, 26 de abril de 2014

LA MARIPOSA HAMBRIENTA


Mi lengua en tu oreja extrayendo de tus instintos los conchos de esas oscuras fantasías negadas que guardas en el secreto de tu silencio y de tu perpetúo recato. En tanto te embelesaba con besos lenguaraces mi mano bajaba sigiloso hasta encontrar la mariposa hambrienta con sus apretadas alas palpitantes y la surcaba y la dedeaba hasta romperte en quejidos y súbitos estremecimientos. El mojito siempre y xocolatl kiasarino en sabrosa mixtura con tus sabores y tu piel sudorosa, dulcemente pegajosa en su densidad sensual bajo los tules negros y después bajo las negras transparencias. Tú trepando por mi cuerpo tendido para alcanzar mi boca besos que te esperaba y a la vez urgiendo el coito subrepticio en mi entrepierna son tu mano guiando el erguido deseo atareada en la inesperada ruptura el trato, la violación el estupro el abuso consentido. Después fui yo escalando tu cuerpo confirmando la trasgresión del compromiso inpenetrante, antes hubo la fina cucharita del rito en tu ombligo que luego fue las dos cucharitas encajadas con tu mano fálica y la inquietante humedad restregada de tu pubis vientre en mis nalgas glúteos. Y sobró el tiempo para reconocer el muro, siempre el muro, de diferencias esenciales, lo cerrado y lo abierto, lo prohibido y lo buscado, hasta la gresca amistosa de las aberraciones plutónicas y las exequias matrimoniales tuvieron su lugar, su momento, su dislate. Compartimos así la intensidad carnal en carnes vivas de una prosa prosarium escrita a fuego en tinta roja y leída con tus ojos beatos ansiosos de espiar por la rendija del goce las siluetas en sombra de las pequeñas perversiones, del verbo que te penetra por una inesperada trizadura del atardecer temprano en el túnel de fauno pervirtiéndote en abierto incumplimiento, sin revocación, de aquel pacto surgido del miedo. Vale.

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