Fue la mano en frote vehemente, la mirada clavada en las cinco
sublimes visiones de los fragmentos carnales de su cuerpo deseado. Ella allá extasiada
oyendo los bramidos de la bestia masturbándose, su voz es caricia lujuriosa
avivando la hoguera mañanera. Se mezclan sensaciones reales y sonoras, los
ojos-lengua lamiendo penetrando, los ojos-verga surcando penetrando, la mano
onanista en el intensamente imaginado estupro flagrante, y ella allá abierta,
mojada y receptiva oyendo los quejidos del sátiro pajeándose. El erótico
paisaje que explica y justifica son los cinco otros dedos visuales que incitan a
consumar el dulce y gozoso pecado solitario. La mano y su metálico anillo en el
piloso pubis tirando hacia arriba la carne trémula para exhibir con mayor
desparpajo el cerrado ojal vertical de la vulva bajo los lúbricos pliegues de
las carnes maduras. La mano de anillo y pulsera con los dedos índice y del coeur
clavados en el molusco tentador que en su humedad caliente palpita bajo ese
sexual hurgamiento. El pubis expuesto total para su detallada visualización,
sus ralos vellos púbicos, el surco vulval con su almacigo de algas olorosas, las
lascivas huellas y marcas de la exuberante madurez, las piernas juntas para
dibujar la perfecta Y de los muslos y las ingles. Los glúteos suaves y
mordibles, el curvo escorzo de la zanja donde casi asoma el ano en el límite
del descaro de la calentura exhibicionista, casi el periné y después la vulva
bien mostrada como un blando fruto de dos gajos y sus hirsutas guedejas. La
comba ampulosa de una nalga, el largo y oscuro cauce intergluteal que esconde
la flor anal de los machos delirios sodomíticos, más abajo el breve cauce del
sexo como la mórbida línea de las cárneas valvas de una almeja al acecho. La
mano acelera su ritmo pajero, aprieta el tronco y corre/descorre su tierna
piel, tenso el glande de oscuro rosado brilla en fálicos destellos, viene el
estertor definitivo y saltan los chijetes de quemante semen escurriendo por la
mano que era la otra mano, y ella allá se hunde en sus propios deseos oyendo
los últimos gemidos de macho saciado.
sábado, 11 de junio de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario