sábado, 4 de junio de 2016

LAS BESTIAS SAGRADAS

“Imaginé la primera mañana del tiempo, imaginé a mi dios confiando el mensaje a la piel viva de los jaguares, que se amarían y se engendrarían sin fin, en cavernas, en cañaverales, en islas, para que los últimos hombres lo recibieran. Imaginé esa red de tigres, ese caliente laberinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaños para conservar un dibujo.” La escritura de Dios, Jorge Luis Borges

Eso me encanta, arrinconarte contra tus propios instintos y lujurias, ser el observador ungido de tus deseos más íntimos, sentirte y saberte como una fiera en celo que me estremece y me calienta, que me incita y provoca para que me incinere en esa llama de tu cuerpo en eterno celo como un ya vencido macho erecto. Imagino tu sexo y rugen las ancestrales bestias que pueblan mi genética no evolutiva, quiero tus manos y labios en mi miembro, usúrpalo, gózalo, absórbelo, éntralo en ti, siente su lentísima penetración, estrújalo, cómetelo! Siento mi verga ahí chapaleando en esa delicia, siento que ya viene el goce animal, sí, viene, succiónalo hasta el vértigo! Me vierto denso y lechoso en tu hondura carnívora, eyaculo estremecido, acabo en ti mientras tú me devoras con tu molusco hirviente, te encharco de mi semen de viejo león macho, te rebalso y te inundo, te anego del vino espeso de mis últimas vendimias, un caliente brebaje sexual escurre de tu vulva hacia tu periné trazando el sendero que mi lengua sueña con recorrer. La noche es una rica locura, entre sus parpadeantes estrellas imposibles ya hemos tocado el cielo. Me salgo lento y blando, como un caracol vencido, cansado, saciado. Me inclino y beso reverente tu sexo mojado, huelo el húmedo y dulce vaho que evaporan nuestras lujurias desesperadas. Los ojos se miran susurrando un “Fue maravilloso...”. Una voz dice el salmo consumatorio: Mi cuerpo entero es tu recipiente, se llena de tu aroma, tu sudor y tus mieles (i), y sobreviene un silencio de vertiginosa cópula concluida, de carnal rosa desflorada y tierno miembro laxo, de decantado tálamo nupcial.

(i) M.I

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