viernes, 17 de junio de 2016

ATRAPASUEÑOS


Solo verdes plumas podían “elevar” la "pita".

Verde el suave plumón y verdimarrón el largo plumaje de las remeras primarias, verde el cordón con las pequeñas esferas que incita a depravadas chinerías, color carne deseada tus muslos juntos y de claros ocres de las manchas lunares como breves hojas de un fogoso otoño sexual, y de tinte de dulce miel los vellos ralos que convergen como finos hilos hacia el surco humedecido, ese tenue jardín de algas olorosas que bordean tu tetralábico molusco escindido y horadado en su carnosa humedad, que se esconde palpitando bajo las plumas listas al vuelo sobre eróticas comarcas allá en la altura inexpugnable de tu frió castillo de esfinge intocable. Los bellos vellos son otro plumaje del penacho que se surge majestuoso desde tu vulva invisible repitiendo el vaivén de tu caminar desnuda como te imagino siempre, o son quieto musgo cuando estás tendida sobre la pantera blanco y negro como una provocativa musa o sargazos lujuriosos a medio sumergir en las tibias aguas de tu remanso diario. Son siete los pecados de tus mórbidas piernas atrapando los sueños de este fauno erecto y punzante que babea por los contornos y los pliegues y los poros de tu piel desnuda en incitante y amistoso exhibicionismo imaginando (imaginándonos) mi nariz hundida en esa secreta tundra impura que trafica en tu entrepiernas, en su vaho perfumado a ti hembra ansiosa y que se derrama en la comba triangular de tu pubis y se curva elemental en la medialuna de tus ingles. Y todo desemboca en esa turbiedad de briznas y plumas donde tu sexo es el vórtice voraz al que mis dedos lengua labios pene sueñan penetrar para desaparecer y diluirse en un continuo goce de vuelos y olores.


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