domingo, 19 de junio de 2016

ADVERTENCIA AL ATARDECER


Madrugarás entre gimientes besos.

Te aviso antes de que la noche te lleve por los senderos del sueño que te quema que te voy a soñar con rabia de bestia encelada, con furia de fauno desdeñado, con besos salvajes, mordidos, de lenguas profundas, ensalivados, que abarquen toda tu boca besable. Te advierto que voy a acosarte enrabiado por la espalda, oliendo por atrás las miel fluida de tu pelo, besando tu nuca, tu cuello, bajando a besos de lento molusco hilando cada una de tus vértebras, dibujándolas en un travieso zigzag con la puntita de mi nariz punzante, y luego vagaré ebrio de tus carnes deseadas por la elemental y suave concavidad lumbar para ir por tu reverso a remontar a besos saliva lengua el sexual promontorio de tu pubis hasta hundirme subterráneo descendiendo al anegado paraíso de tu vulva. Te prevengo que como si fueras mía volveré a alcanzar las cumbres de tus pechos somnolientos, retornaré a tus huesos paralelos con mis manos de pianista ebrio para envolverte en mis cantos polifónicos y sumirme en la mórbida locura de tus plácidas redondeces nocturnas, en los arcos de tus caderas, en el vórtice mismo de tu cóncava rosa humedecida. Te sugiero que huyas a tiempo de mis palabras lujuriosas porque voy a soñarte a mi manera, sin pedir permiso, ilimitado y posesivo, voy a soñarme ahí en tu ingle, oyendo la lluvia del día siguiente desde ese tibio y cercado nirvana, y mientras llega, te invadiré de besos mañaneros leves y tiernos, mojados de furiosas ternuras.


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