“Me deleito con tu cuerpo rozando el mío,
dormida y despierta”. M. I., 9:32, Junio 5, 2016.
“Tú vistes de colores la alborada para adornar
nuestros encuentros”. Tus colores son míos. M. I., 10:30, Junio 5, 2016.
Me sueño el largo nocturno ahí donde tú sabes, entre
las cálidas lunas de mi obsesión, ansioso por recibir tus mimos mañaneros, estoy
ahí aferrado a tu pezón coronario oyendo tus latidos, envuelto en tu calor y ebrio
de tu perfume de hembra durmiente. Te siento tan cerca y tan mía que puedo rozar
tu cuerpo, lo toco, lo acaricio, lo lamo y lo muerdo encelado y avaro de esa
sensación que abarca el todo de mis prohibidas lujurias postergadas. El olor de
tu piel amaneciendo desata pulsiones tan antiguas que no tienen memoria. Tus
pechos me abruman de incestuosas ansiedades, en ese instante sublime eres
hembra madre y yo tu hijo macho. Vago extasiado por tu vulva, tu vagina, tu
útero, mis besos ensalivados cercan tu abierta babosa cárnea y succionante, mi
lengua se enredada en las ralas algas adheridas en el entorno de tu molusco
floral, mi pene surca sin penetrar ese molusco sagrado, se unta de tu miel, se
erecta en ti por ti, se densifica y se desliza vertical por tu empapado cauce.
Me dejo devorar por tus bocas hambrientas, te dejo triturar mi lengua y mi falo
y me disgrego en mis deseos más atávico, punzo tus hondas simetrías, develo tus
instintos más oscuros, te cabalgo por la mañana que se extiende impúdica sobre
tu cuerpo palpitante y en un destello de endurecida carne en húmeda carne eyaculo
dentro de ti como un potro fantasma, me vierto denso lechoso caliente y ahí me
quedo adormecido por los últimos quejidos de tu orgasmo, laxo y feliz sobre ti,
machihembrado e impregnado, silencioso en el dulce letargo del goce consumado y
en el lento oleaje de tu tranquila respiración mañanera.
Aquí y ahora, 12:30, Junio 5, 2016.
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