miércoles, 15 de junio de 2016

INTIMAS TINTURAS, ZONIFICADAS ANILINAS


Es en ese abismo de tus humedecidas carnes donde anhelo encontrar al fin mi masturbatoria inmolación, ahí entre los belfos untuosos de tu rosado bivalvo, insertado duro en ese blando atrapamiento, reinando sobre toda tu malacología sexual, trazando con morbosos pormenores los portulanos de la rala geografía de tus vellos púbicos. Y ser el amo de tu desnuda madurez de hembra insaciada y señor de tus desvergüenzas y de tus desamparos, de tus afanados dedos pecadores en los bochornosos calores de tus insomnios excitados y de tu lengua asomada entre tus labios entreabiertos por el rescoldo de los deseos que no han sido aun saciados. Detentar el dominio y el delirio del goce de oler tus ingles o de degustar el sabor impuro de tu clítoris o del sudor acopiado entre tus glúteos, conocer los mágicos dígitos de la temperatura exacta que bulle en los mórbidos pliegues bajo tu majestuosa tetamenta en descanso. Ser el patrono incestuoso de tus (mis) dos obsesiones lunares, que ahora tienen rostro, nombre y pezones conocidos, y ser el único profanador de tu abierta rosa crepuscular cuando encharcada por el celo se convierte en una cuadriga de carnívoras babosas teñidas de un imperioso rosa carnal. Ser la víctima propiciatoria de tus depravadas magias de hembra que con sexual crueldad lame, hurga, punza mi zanja sureña, pellizca, muerde, rasguña mis nalgas de macho depravado, que penetra con sus dedos curiosos o con su lengua rígida y ensalivada mi ano temeroso, que me goza a tu antojo de valquiria pervertida en el amor-pasión de esta locura compartida.


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