sábado, 25 de junio de 2016

CADENCIAS DE ENTRELLUVIA


“Ahora mismo píntame como una leona que te quiere devorar”. Ella, misma.

Llueve una lluvia antigua que cae desde las primitivas constelaciones del amor y del sexo, estoy abrazadito contigo oyendo llover lluvia de rosas, dándote besitos tiernos, acariciando tu pelo, susurrándote versos de amor, pones tu cabeza en mi pecho y me acaricias sobando mi barriguita y más abajo con esa manito curiosa hasta ir a jugar con mis vellitos. Mientras yo voy contándote historias de reinas y faunos en un bosque encantado para adormecerte entre sueños y después hacerte el amor como pluma de ganso, suave, lento, oyendo llover con nostalgias lejanas, calmados y tranquilos imbuidos de la intensa cercanía. Subes desnuda sobre mi vientre y te entierras mi pene erecto en tu sexo, todo todito y te mueves y lo exprimes allá dentro de ti como una loca rosa carnívora, yo te tomo los pechos, los acaricio, los amaso, y te dejo hacer, me cabalgas empalada en mi mástil, siento como lo estrujas, como lo aprieta en tu vagina, devorándolo con tu anémona hambrienta, me jineteas con la desesperación de una amazona en celo acuciante. Me quedo ahí, penetrándote quieto, sintiendo tu humedad, tu fuego, tu apretura, mamando tus pezones con la ávida ternura de un incestuoso niño desvalido. Con tus manos en mi espalda me ajustas a ti imbricándonos y compenetrándonos, haciendo coincidir cada valle o duna, cada promontorio o concavidad de nuestros cuerpos trabados en la intensa cópula que va sucediendo como en ralentí para retrasar y aumentar el goce físico y el deleite emocional. Tú encima mío, yo clavado en ti con todo mi falo en tu voraz sexo mojado. Nos movemos juntos, en el mismo vaivén y al mismo ritmo, muerdo tus pezones con cariño, gimes y gimes, te beso y mi lengua también penetra tu boquita, así sofocada entras en el violento estremecimiento del orgasmo que me contamina de tu lujuria y me derramo entre tensos estertores quemando tus entrañas con mi densa lechada. Permanecemos abrazados, mi pene tierno, laxo y blandito incrustado en tu anegada vagina saciada, oyendo caer en un silencio de amapolas y magnolias las antiguas aguas del aguacero que se vino desde las primitivas constelaciones del sexo y del amor.


No hay comentarios: