miércoles, 15 de junio de 2016

ATREVIDONGAS


“Wow… me excitaste, qué lindo y erótico, me encantó”. Ella, la musa incógnita.

Deseada amiga, ese era precisamente mi objetivo poético-erótico: excitarte y encantarte, embrujarte con la misma intensidad con la que me has embrujado tú otra vez con tus deliciosas y estremecedoras “atrevidongas”. Por estos sensuales atrevimientos abarcarás desde ahora mis sueños más allá de lo prohibido, allá en el bosque de las erguidas sombras de los inicios de mis noches embebidas de tus privadísimos sabores y de tus más íntimos aromas, por esas imágenes se elevará el mástil del velero de mis deseos que navegará en pos de ti por los tormentosos mares de las lujurias. Desde el anteayer encendido para siempre por tu cuerpo recostado de musa intocable beberé cada día las resecas aguas de la espera y la ansias irreversibles de la expectación atada a tu soberana voluntad. Que más quisiera yo sino acariciar con mis ojos hambrientos tu rosa humedecida desde en el rincón donde compartimos nuestra muy oculta complicidad o acariciar la perfección vista ahora de tus pomposas y pálidas y tersas nalgas insertadas por el colorado triángulo de tu tanga, o lamer la concavidad lumbar de tu espalda desnuda y seguir a lengua viva subiendo por el surco medio posterior hasta besar tiernamente tu nuca mientras huelo extasiado tu pelo, o deleitarme durante la eternidad de esta tarde en ese escorzo visto hoy de ti de pie repetida en el azogue, con la bragas cruzando tu desnudez de un albo recato y la floreada blusa guardando las mórbidas lunas de tus pechos como un mascaron de proa rumbo a mis turbiedades eróticas, allí donde tu cuerpo me despierta las exquisitas sensaciones de oler un jazmín el anochecer o rozar el pétalo de un orquídea un día de cálida lluvia, o sentir mi mano pecadora azuzando mi miembro viril en el rito solitario que confirma en su lechosa densidad el deleite del secreto inexpugnable de tu delicioso y excitante cuerpo deseable.


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