miércoles, 21 de mayo de 2014

CASANDRA SIEMPRE


Es tu mano, tus uñas decoradas, tu piel soñada, las que abren la puerta a mis deseos, el ramo de flores conteniendo tu aroma, la sedosidad de tu cuerpo apenas expuesto en tu brazo desnudo, el sólido anillo en tu dedo curioso que se sumió en la sureña flor del rito invertido. Será un sueño un día tocarnos en su vertiginosa consistencia, besarnos en las bocas verdaderas, rendirnos a nuestros deseos esparcidos por la fresca grama o en las mullidas hojas secas del bosque encantado para siempre por tu voz desde un lejos imposible, consumar el Amar en la cópula mordida, en los lamidos restregados en tu pubis, en los lamidos verticales en mi falo. Mi boca te besa por el filo de la mañana, te abarca y absorbe, te inunda, explora las veleidades de tu cuerpo, socava las orillas de tus deseos solitarios, las ansiedades y las cumbres de tu carne desnuda expuesta tantas veces al hambre denodada de tu Amo y Señor. Me imagino dentro de ti, en ti, profundo y posesivo, te voy bosquejando en la carnalidad insistente de mi memoria como doncella y esclava, concreta y nítida, esbozo el perfil de tus pechos coronados en sus pezones, contorneo tus nalgas y tus muslos a mano viva en el mármol pulido por mis impúdicas caricias. Dejo que me habites, me absorbas, me contengas entero macho niño en los pliegues de tu otoño de hembra constante, palomas, nido y estrecha flor. Me embriago en los resabios deslumbrantes de los goces simultáneos e iniciales de aquel enero seis años atrás, vago por las lluvia que han sido inmerso en los rezagos de los gozos donde me dormí extasiado niño macho entre tus pechos incestuosamente maternales.



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