sábado, 31 de mayo de 2014

LUCES Y SOMBRAS DE LA CONDESA CASTRADORA


“Excelente como literatura aunque yo no conozca del tema. Eso de ponerse en los dos lados es algo muy tuyo, sé que a ti te sucede ese querer ser o participar de los dos sexos. Forma parte de tu culto, pleitesía y adoración al falo.” La Comtesse a dit.

Las sombras. Lo que no entiendes o no aceptas o no crees, los códigos que explican la mano enemiga que te roba la sensación voluptuosa de agasajar con el placer masturbatorio. El plátano trozado en rodajas a contrapelo del deseo de imaginarlo en tu boca felática coqueteando con las fantasías voyeristas del fauno depravado. La masturbación excesiva, la pornografía selectiva, la experimentación carnal, los juegos de incesante imaginación sexual. Ese leer saltando algunos renglones, perdida entre tanto miembro y rosas de madera o piedra, asustada de ti misma conteniendo los deseos de inducirte a los goces babilónicos. La oclusión a las pequeñas perversiones del onanismo vicioso, del voyerismo real y del virtual, ambos obsesivos, de los ritos pornográficos imaginándote libremente ahí, compartiendo o compartida. Los infusorios vertiginosos que acuden microscópicos  a la cita sin las debidas precauciones preservativas. El extraño taumaturgo cuyo reino no es de este mundo que urge los retazos de tu piel embebida en los fluidos de los ardores concupiscentes, mientras allá en tu pasado vas subiendo aquella exhibicionista escalera a la vista lujuriosa de cuatrocientos ojos hambrientos de ti enviciados observando tus piernas, tus muslos, el íntimo y excitante color de tus bragas, o la visión instantánea y negada donde exhibes tus semidesnudas coqueterías de bella hembra rozagante en una soleada playa carioca. La ansiedad reprimida y desnuda sobre el mórbido mosaico de feroces rastrojos de sigilosos felinos en celo. Las luces. No obstante, tus dedos recorren tu piel con estremecedoras ansiedades y descaradas urgencias, me miras enloquecida de densos deseos, tu piel tiene memoria de ellos, conoce el camino y el regreso del deseo consumado, de las ansias pervertidas ante la imagen de mi lengua devorando tu Monte de Venus, de las imágenes de mi boca en tu vientre desnudo besando y ensalivando los cálidos senderos que van hacía la verticalidad de tu sexo enardecido ardiendo de pasión.

Nota.- En cursivas paráfrasis de “Pescador de mis ilusiones”, Condesa Scamigia.


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