Dans la rose cherchée
Nos buscamos como fieras hambrientas en las
imaginarias intersecciones de nuestros sueños, en las hipotéticas convergencias
del tiempo diferido o vigente y de los deseos estarcidos por los insomnios de
los nocturnos con la piel vacía de ternuras silenciosas, de besos sin puerta ni
ventanas por donde escapar a los labios infieles, de caricias pecadoras y
lamidos sigilosos bordeando la noche separada. Nos deseamos cristalizados en
las copas de todos los vinos y bosquejados en las fragantes turbulencias del
humo del tabaco, rozando una sensualidad desatada urdimos una sexualidad de
caracoles, de lentos lamidos arrastrados por los espejos del sudor y la saliva,
de penetraciones y succiones, de labios y muslos mordidos, de adolescentes
masturbaciones insensatas y de pétalos abiertos a los tiernos dedos invasivos. Nos
soñamos imbricados, insertos, trabados en una cópula eterna de pequeñísimos protozoos,
de salvajes perros callejeros, de libidinosos peces abisales, nos soñamos en un
lecho de locuras y desparpajos, desnudos abrazados incitando las bravuras de
las desesperaciones urgentes por invadirnos, por desollarnos y carcomernos en
carnes vivas, por ir viviéndonos sintiéndonos más allá del deseo y del acto (i). Nos buscamos como pájaros
sedientos en los charcos de las lluvias que no compartiremos, en los susurros
escondidos bajo las sábanas, por las orillas y las siluetas dibujadas por las
sombras, en la vastedad ardiente del soborno carnal de las lujurias
tramontanas, por el goce sagrado del adulterio inconsumado en las cornisas y
los parques, en las rosas ocultas en los libros y los árboles florecidos de las
plazas.
(i) La
canción desesperada. Pablo Neruda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario