Sumo flagrante de la escorrentía de tus deseos
perturbadores, húmeda persistencia que unta mis dedos insistentes mi boca sedienta
mi mentón restregante mi nariz invasiva. Néctar lúbrico que envicia y sacia y
va dejando un relente de ti en los labios embebidos de ti como un rocío de la
olorosa noche de tu pubis. Sacro jugo en su densidad de cristal escurriendo, de
transparente hilo vivo que fluye y contamina de lujuriosos ardores la
horizontalidad de arrullos caricias susurros de nuestros otoños estremecidos. Lento
drenaje vúlvico derramado en sus densas aguas verticales en el voluptuoso abrevadero
del unicornio sumergido en su voracidad genital. Saliva vaginal que busca el
beso lengua entre tus muslos columnas del templo sáfico en las ardientes arenas
de las oceánicas orillas de Lesbos. Lamida peregrinación lingual a los
estertores de tu orgasmo cunilinguis lengüeteos lamidos succiones sexo inicial
en su ferviente oralidad. Consistencia del goce espesa, viscosa, líquida, turbiedad,
blanca, amarilla, de íntimos y feroces olores feromónicos, inmersa en un persuasivo
perfume de mariposas salvajes. Exquisito olor de mar, aroma de incendio y
penetración, de desaforados animales en celo. Segregación de un oleaje pervertido,
íntima espuma, sin estiajes vertiente de verbales impudicias incontenibles. Gotas
de luna que exuda la abierta flor en su cópula vertida. Savia que escurre por
la primavera hirviente que decretas esfinge o faraona en tu lecho. Dulce mosto
de la vendimia de tu cuerpo que escancio en los fogosos atardeceres antes que
los barcos lejanos enciendan sus luces que detentan la noche desde tus alturas.
viernes, 9 de mayo de 2014
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