Je reviens à ta
fleur ouverte.
Volveré, lo sabes, a escaldar los besos en tu
boca mordiendo las inútiles resistencias, sorbiendo tu saliva gota a gota para
embriagarme de ti y rodar enviciado por tu vientre buscando la incestuosa
epifanía que me has negado. Volverás a vivir estremecida en el canto de mi mano
surcando, en la insistencia digital sobre la abierta floración embebida, en el
revoloteo de mis labios en la rala grama que antecede el tibio y húmedo cuenco
genital, en el molusco bucal que invade abarcando tu sensible hendidura carnal,
en la lasciva ternura derramada densa y lenta entre tus piernas. Volveré, lo
sabemos, a anegar de mi saliva la rosada magnolia de tu pubis urgiendo íntimas
destilaciones, dejaré mi lengua liberada a sus fálicos poderes para arrancar
las sexuales desesperaciones de tu cuerpo contorsionando sobre la mullida trama
de escaques cinegéticos. Volveré a penetrar contraviniendo tratos, repudios y
toscas prevenciones la cauta virginidad de tu sexo, entre los feroces
fragmentos irán mis manos afanadas por las dulces constelaciones de tus muslos,
por las dunas soleadas de tus nalgas, por la concavidad perfumada de tu cuello,
por la colina permitida de tu seno hasta hacer cumbre en tu pezón dormido.
Volveré, lo sé, a escardar los miedos ancestrales de tu piel desnuda entera
para ir más allá de las gloriosas plegaturas violeta de tu vulva y desplegar el
velamen seminal de mis instintos en la vorágine turbulenta de tu vagina, para
que me dejes un atardecer de alturas y barcos iluminados dormir por fin
acurrucado entre sus brazos.
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